lunes, 25 de abril de 2011

Can't take my eyes off of you

- Diosa, se me parten los ovarios, me acaba de venir y no doy más. ¡Un dolor de cintura! - se quejaba Renata.
- Si, me imagino. A mi por suerte no me vino todav.... - me frené de repente en el medio de la frase. Mi cara cambió completamente.
- ¿Pasó algo?
- No, nada. ¿Qué día es hoy? - Empece a hacer cuentas. Un calor se apoderó de mi cuerpo. En seguida hice memoria.
- ¿No te vino todavía?
- No.
- ¿Cuándo fue la última vez que....?
- Con Facundo, la otra vez, te acordás...
- Pero se cuidaron...
- ¡¡Obvio!! Primero que Facundo no es como Orlando, y segundo que después de lo que pasó la otra vez ya aprendí!
- ¿Entonces? ¿Vos sos regular?
- Para nada!! Me ha pasado de estar dos meses sin que me venga...
- Ahhh!! Y bue, si es normal de que te preocupás??
- Es que pasó algo... O sea, nosotros nos cuidamos, pero tuvimos un accidente...
- ¿Qué accidente?
Retrocedí a aquella noche, y recordé cada detalle. Imposible olvidarme de lo lindo que había sido todo. Incluso cuando nos dimos cuenta que el preservativo se había roto. Facundo en seguida actuó y lo cambió sin que nada perjudique el momento.
- O sea, todavía no había habido riesgos, entendes? - expliqué.
- Igual Diosa, viste que si el diablo quiere meter la cola, lo hace! Deberías ir al médico.
La verdad es que no es algo que me agrade ir al doctor, y menos para temas como estos. Aparte conociendo que es algo normal en mi, decidí esperar unos días. De todas maneras, durante un mes estuve pensando toda clase de historias: ¿un embarazo de Facundo sería un castigo o un regalo divino? Mi cabeza imaginó un millón de posibilidades, y a pesar de que un hijo era lo último que necesitaba, ésta vez no tenía el mismo temor que con Orlando. Con Facundo sabía que las cosas serían diferentes.
Pero mi telenovela terminó cuando una mañana me desperté indispuesta. La llamé a Renata y respiramos juntas ante tal alivio. Y mi familia con mi gran amor se derrumbó de toda ilusión.

Roberto me llamó para invitarme junto con Julián, mi compañero de religión rara, y dos alumnos de la facultad, a cenar a la casa comida salteña. Fuimos hasta Belgrano R y llegamos a su departamento, en el que vive solo con sus dos gatas.
Los tamales eran feos, pero el locro safó bastante. El postre lo pasé por alto: quesadilla con miel, no me agradaba. Volvimos en el auto de uno de los chicos, Julián vomitando por la medidita de whisky que le habían dado a probar. Me dejaron a pocas cuadras de Crow's y me fui caminando el encuentro de Mecha e Inés que estaban allá. La noche fue rara, el pub estaba más lleno que nunca, pero sin embargo no había ninguno de los clásicos. Ni siquiera Facundo. ¿A dónde estaría yendo?. Desde que había cambiado de facultad y ahora tenía amigos nuevos (y de otros barrios), ya no lo veía como antes.
Pero para mi sorpresa, como dice la canción: "siempre hay una vuelta de tuerca más".
El viernes de esa semana, volvía del gimnasio del barrio caminando con mi amiga Yiyo.
- Me mató cuando hicimos la coreo de la de Shakira! La de shortcito rojo se sacudía toda!! 
- Jaja! A mi me encanta hacer la de reggaetón! Si mañana salimos, la hacemos! La profe dijo que... - pero me detuve en el medio de la frase. Frené en seco y Yiyo me miró extrañada.
- ¿Qué pasa? 
- Mmmm, no me hagas caso. - contesté. - ¿Qué te estaba diciendo? - Pero no escuché la respuesta de mi amiga. Seguí mirando el auto que salía del estacionamiento del supermercado. No era posible que todos los Fiat Uno negros que veía me parecieran que era Facundo. ¡Pero se parecía tanto!. Adentro, manejaba un chico bastante parecido a él, pero la gorrita en la cabeza no me dejaba mirarlo demasiado. Pero cuando el auto dobló en la calle vi la patente y lo confirmé: era él.
- ¿Me estás escuchando Diosa?
- Perdoname Yi! Pero era Facundo!
- ¿Quién? ¿Dónde?
- ¡En ese auto! ¡Y me miró! ¿Por que no me saludó?
- Capaz no te reconoció! Mirá en el estado en el que estamos! Jogging, zapatillas, pelo atado y todas transpiradas!
- Si, está acostumbrado a verme siempre toda producida jaja! - reí. Pero no pude quedarme con la intriga. Saqué el celular y le mandé un mensaje:
"No saludes vos eh!"
Con Yiyo seguimos caminando a nuestras casas, cuando mi celular sonó. Facundo me estaba llamando.
- ¿Hola?
- Hola, Diosa!
- ¿Qué hacés Facu?!
- Bien! No te ví! ¿Dónde estabas?
- Caminando por la calle. Te ví saliendo del Super. Pensé que me habías visto vos también.
- No, la verdad que no!
- Mejor, estoy re crota viniendo del gimnasio!
- Jajaja! Siempre dije que envidiaba tu predisposición para el ejercicio! Yo fui a comprar carne que a la noche vienen unos amigos a comer un asado.
- ¡Ah, que rico!
- Si, ¿vos salís?
- Ni idea!
- Bueno, seguramente después andaremos por Crow's, asique...
¿Asique qué? ¿Tan difícil era que me dijera algo directamente alguna vez? Hablamos de otros temas hasta que llegó a su casa y tuvo que abrir el garage y con el celular se le complicaba. Claramente no fui a Crow's y no lo ví.
Pero si de destino hablamos, el sábado la tuerca seguía dando vueltas.
Salida con Renata y Yiyo. Ellas querían volver caminando o en colectivo, a lo que yo, después de mi experiencia con los pibes y los palos, me negué. Da la casualidad que justo cruzando una esquina, veo pasar a Fede y su primo en un super 307 rojo lustrado.
- ¡Diosa! - me gritó Fede.
- ¿Vas para tu casa?
- Si, te llevamos?
- ¡Dale!
Me subí y vi que el que manejaba era Beto, un amigo de ellos que había visto un par de veces. Muy lindo, no exagero. Tanto, que no había notado la sangre en la remera de mi amigo.
- ¡Fede! ¿Qué te pasó?
- Me pegó un flaco en la esquina de Crow's sin motivo aparente. Parece que esta celoso de una amiga mia...igual cualquiera. No pude ni reaccionar porque me vino de atrás.
- ¿Puede ser que siempre te pasa algo a vos nene?
- Si, bajón!
Yo viajaba chocha de la vida en el auto del lindo de Beto, cuando en un semáforo de la avenida volví a ver ese auto. Si, ¿cuál otro?. Facundo paró justito al lado nuestro, y ahí no hubo escapatoria: me vió bien vista!.
En dos días, lo había cruzado de pura casualidad dos veces en situaciones y momentos diferentes.
Estaba claro que estas cosas no me beneficiaban.
Tampoco me hizo bien cuando me ayudó a elegir una cámara de fotos semi profesional para los 50 de mi tío. O cuando me ayudó a conseguir por internet una película francesa que necesitaba mi mamá para el colegio. Facundo tenía el defecto de ser bien predispuesto. Si yo le llegaba a pedir algo, él removía cielo y tierra hasta que yo lo tuviera. En ambos favores, se preocupó hasta que me los resolvió.
¿Cómo podía yo odiar a alguien así? O peor aún, ¿Cómo podía olvidarme de él? ¿Iba a ser posible de una buena vez por todas cortar por lo sano esta relación?
Sabía que no...

...pero ya era hora de hacer algo.

sábado, 9 de abril de 2011

Somos tan frágiles

Cuando empezó a llover entendí todo. El refrán estaba mal escrito: después de tanto sol, era de esperarse semejante temporal.
Por la minúscula ventana de la habitación de Facundo, podía llegar a ver como el viento golpeaba los árboles y desparramaba la lluvia por todos lados. Era fácil imaginarse que la calle prontamente estaría inundada.
- Llueve mucho. - dije preocupada mientras acariciaba sus largas pestañas. Estaba pasando el mejor fin de semana junto a la persona que más quería, y uno de mis mayores miedos me había pisado los talones todo el tiempo.
- Bueno, te quedás hasta que pare y listo!
La idea era genial, ¿qué podía ser más romántico que eso?. Pero era tarde y debía regresar a mi casa. Con semejante tormenta, mi familia iba a preocuparse si no volvía, y la excusa del desayuno no iba a funcionar esta vez.
- ¿Y si no para?
- No te vas...
¡Con las ganas que tenía de quedarme! Facundo no dejaba de acariciarme entera, de mirarme fijo a los ojos, de besarme toda la cara. Sé que nunca seré objetiva con él, pero aseguro firmemente que como amante es muy atento y cariñoso. No con palabras, característico en él, no dice mucho. Pero si lo hace, y con todo el cuerpo. Al fin y al cabo eso es lo más importante, no?
- Facu... ¿Me llevás?
Sin contestar, se acomodó en la cama arriba mio y sin dejarme mover, me regaló sus mejores caricias.
- En serio te digo! No estás colaborando! - dije cómplice. - Más tarde va a ser peor...digo, por la lluvia...
Me costó convencerlo, pero logré que se aparte de mi para ponerse el short. Busqué mi ropa en la oscuridad, pero solo encontré mi vestido negro.
- ¿Dónde está mi ropa interior? ¡Facundo devolvémela!
- No, volvé así. No la necesitás...
- ¿Qué? ¡No, dale! Me tengo que vestir!! Cómo voy a...
- Volvete así. Con el vestido nada mas. ¿Quién se va a dar cuenta?
- Pero, ¿y la ropa?
- Ok, te la doy. Pero la guardas en la cartera. Si te la vas a poner me la quedo...
Por un instante me pareció una locura. ¡Que depravado! Pero no, no había malas intenciones en su mirada. ¿Debía aceptar su propuesta?
- Bueno, está bien. Pero me resulta raro... - dije colorada.
- No pasa nada!
¿Le estaría cumpliendo una especie de fantasía o morbo? De todos modos, no me molestaba. Bajamos al living, y a pesar de mi miedo de ser descubierta, parecía que Facundo tenía razón y en su casa todos dormían plácidamente hasta tarde. Subimos al auto, un poco mojada por el temporal e incómoda por la falta de costumbre de andar sin ropa interior y en vestido.
Las calles estaban un poco inundadas, como había imaginado, por lo que íbamos despacito. En el camino nos cruzamos de todo, hasta un cortejo fúnebre. ¿Sería mal augurio? Pero lo más extraño para mi, fue cuando en un semáforo sentí la mano de Facundo por debajo de la pollera. Ese era el motivo de su extraño pedido. Lejos de avergonzarme, la adrenalina corrió por mi cuerpo. Hasta que el semáforo cambió y tuvo que seguir manejando.
Llegamos a mi casa y en cuanto bajé del auto me di cuenta que el cuento de hadas había acabado. No había rastros en mi cuerpo (ni siquiera las mas remotas esperanzas) de que al día siguiente volvería a saber algo de Facundo.
Y así fue.
Pasó una semana entera antes de volver a saber algo de él. No hubo llamados, mensajes, chat, nada. Solo la misma angustia de siempre. ¿Pero que otra cosa podía hacer más que resignarme a que nunca tendría su amor? ¿Había chance de jugármelas? ¿Tenía alguna manera de cambiar de táctica? No lo sabía. Nunca tuve esas respuestas.
Pero de haber sabido que durante todo este año iba a costarme tanto lograr volver a sentir algo parecido a lo que sentí ese fin de semana a su lado, de seguro hubiera hecho algo distinto a la inmutabilidad que adopté.

Los días avanzaron, mi vida continuó. Con Enzo retomé la conversación. Aunque su actitud había cambiado totalmente después de la discución borracha que habíamos tenído, de todas maneras ya no teníamos la misma calidad de charlas.
- Necesito que le pidas a tu tío que me haga socio del club. - me había dicho varias veces. La vieja herida en mi, me hacía pensar que el intento de arreglar nuestra relación, era solamente para conseguir este beneficio.
- ¿Me estás usando para tu conveniencia Enzo? - le pregunté.
- Diosa, puedo tolerar cualquier ataque de rebelde way que tengas, menos este. Sabés perfectamente que siempre estuve cuando me necesitaste. Me parece que estás un poco perseguida.
- Dale, tirame el fardo a mi, como hacés siempre!
- No. Es que el planteo es tuyo, por eso lo hago. Yo sé perfectamente que mis sentimientos hacia vos no cambiaron. Sos vos la que venís a decirme que sentís algo diferente. Estás un poco perseguida...
- Está bien Enzo, dejemosló ahí. Yo soy la perseguida, acá no pasa nada. Cuando hable con mi tío te averiguo.
A veces es preferible tragarse la bronca y agachar la cabeza. No me hacía bien discutir con él: a pesar de todo, todavía lo quería demasiado.

Yanina había arreglado con los compañeros de su nuevo trabajo para ir a cenar el viernes a la salida. Me pidió si podía acompañarla para no ser la única mujer, para hacerle la pata y para que de paso yo conociera a los "lindos" chicos de sistemas. Asique me fuí hasta el centro a buscarla y esperé hasta que saliera.
- Todo mal Diosa. - me dijo cuando vino sola a mi encuentro.
- ¿Qué pasó?
- Se cayó la salida!
- ¿¡Qué?! - exclamé indignada. Me había hecho ir hasta allá al cuete.
- Sí, estaban todos cansados y no quisieron.
- Pensé que si me habías pedido que viniera porque era algo seguro.
- Bueno, ya está. ¿Vamos a comer por acá?
- Y sí, dale. ¿Conocés algún lugar lindo? - pregunté al ver que no tenía otra opción.
- ¿Vamos a Mac Donalds?
- Ay no Yani! Aprovechemos para ir otro lugar ya que andamos por acá! A Mac podemos ir por casa!
- Pero yo quiero ir a Mac! Dale!!!
- Yani, aparte vos te la pasas comiendo en Mac Donalds cuando sabés que el médico no te lo recomendó...
- No importa, dale!! - y empezó a caminar por la vereda. No tuve opción, tuve que seguirla. Segundo porotito de la noche.
Llegamos a un local de pleno centro e hicimos nuestro pedido.
- ¿Vamos para Crow's? - me preguntó.
- Pensé que ibas a querer quedarnos, no volver para casa.
- Si, pero hoy es viernes, que se yo. Vayamos para allá, no?
En esa propuesta no puse demasiada resistencia ya que amo ir a Crow's y estar cerca de casa garantiza encontrar algún conocido.
Dicho y hecho. Cuando llegamos a mi querido pub, nos encontramos con Orlando y su super grupete de amigos. Sergio, el que había estado con Yanina, en seguida se acercó a saludarnos.
- ¿Cómo andan divinas?
Sin embargo, Yanina a penas si lo saludó.
- Voy al baño, ahora vengo. - me dijo. Yo me quedé charlando con Sergio en la barra mientras pedíamos dos tragos para compartir. Orlando iba y venía con gente que se encontraba. Pero todo empezó a extrañarme cuando Yanina no regresaba.
- Voy a buscar a Yani! - le dije a Sergio dejándolo solo. Pero al rato regresé sin éxito en mi búsqueda: Yanina no estaba en ningún lugar de Crow's. La llamé al celular. Nada. Mensaje de texto. Nada. La situación me empezaba a preocupar.
- ¿No la viste a Yani? - le pregunté a Orlando.
- No, la vi cerca de la puerta hace un rato.
Seguí insistiendo al celular hasta que me atendió.
- ¡Yani! ¿Dónde estás?
- En un auto.
- ¿Qué auto?
- Un remis, estoy llegando a casa.
- ¿¿¿¡¡¡Qué!!!??? - Sergio me miró preocupado ante mi exclamación.
- Si Diosa, me pedí un auto y me vine.
- ¿Sin decirme nada? ¿En que estabas pensando Yani? ¡Por Dios! ¿Porque me dejaste sola?
- Porque estabas con Orlando. Aprovechá, andate con él, dale.
- Yo no me voy con nadie nena! Yo había salido con vos, y estábamos tomando algo y desapareciste sin ni siquiera avisarme. Orlando si apenas nos saludó! ¿Qué te pasa?
- Pasá que yo ya no estoy para estas cosas...
- ¿Qué cosas? De que me hablás...estuve atrás tuyo todo el día! Que ir al centro, que cena, que volver, quenosequé...¿Qué cosas?
- No estoy para irme de un boliche a coger con cualquiera como antes...
Y me cortó. No entendí nada. ¿Cómo había sido posible que haya llegado a esa conclusión? Yo había tenido paciencia todo el día, le soporté mil caprichos porque sabía lo mal que la había pasado ese último tiempo. Pero no merecía que me deje de esa manera. Me pedí un remis y me fui a mi casa, a pesar de la insistencia de Sergio y la presencia intimidante de Orlando.
¿Qué era lo que estaba pasando? ¿De que me servía entregar tanto amor? Facundo ni siquiera lo notaba, Enzo me usaba y Yanina no valoraba lo que hacía por ella...

...¿Sería yo la equivocada?