lunes, 27 de septiembre de 2010

Everybody hurts

Orlando dice:
Me comentaron que andás con Martincito...
LaDiosa dice:
No estoy con nadie! De dónde sacaste eso?
Orlando dice:
Rumores de pasillo de facultad, yo que sé!
LaDiosa dice:
bah, cualquiera los rumores esos tons! mirá si voy a andar con ese jaja
Orlando dice:
pobre pibe! ¿Qué tiene de malo?
LaDiosa dice:
no, nada de malo...nada más me lleva 15 años y vive con la novia...

Conste que me esforcé para ocultar lo que había pasado con Martín, pero parecía que en la facultad no quedaba absolutamente nada sin saberse.
Durante el tiempo que duró la abstinencia aviar, me la pasé estudiando para los finales. Por suerte rendí todas bien y ya tenía 5 materias menos para conseguir mis títulos. Una de esas materias, la de la tésis, era casi imposible rendirla bien. Pero sin embargo, me embarqué en el desafío, y de arriesgada nomás la dí con un brillante 8. En cambio las chicas, decidieron no presentarse. Yanina arrugó un día antes, y Marianela, directamente ni se había preparado y había optado por salir con unas amigas el fin de semana de joda.
A la semana siguiente, antes de empezar el segundo cuatrimestre y luego de pasar los exámenes, salimos para festejar. Fuimos a Crow's con Marianela, Mónica (una compañera de la facu que se incorporaba de a poco a nuestro grupo) y una amiga de ella.
- Hola Diosa! - me dijo de pronto una voz. Mauro, el desprolijo. Ahora con pelo cortito, pero con la misma musculosa blanca de siempre. - ¿Tomamos algo?
Nos apoyamos contra la barra, y nos pedimos una ronda de tekilas. Pensé que iba a terminar la noche con él, pero mi pensamiento se esfumó en el preciso instante que vi a otra persona entrar por la puerta: Orlando. Para mi sorpresa, tenía una bota ortopédica.
- ¿Estás bien Orla? - le pregunté.
- Si, con bota y soltero. - me contestó riéndose.
- ¿Qué te pasó? - dije tratando de disimular la sorpresa. - ¿Vino en combo?
- La bota es porque me lesioné jugando al futbol. Y la soltería porque nos tomamos un "tiempo".
- Sos re vivo! Te peleás cuando necesitás alguien que te cuide!!
- Jaja, ya fué, era lo que había!
Orlando se quedó con su grupo de amigos justito al lado de nosotras. Cada tanto nos convidaba con algo que compraban para tomar, o se acercaba a hablarnos. Muy en el fondo de mi, intuía que algo estaba mal. Mi sexto sentido olía que había algo que yo no sabía. Sin embargo preferí ignorarlo y seguir como si no pasara nada anormal.
- ¿Tu nombre? - me dijo uno de los amigos de Orlando en un momento. Era petiso, morocho, cara redonda y sonrisa muy simpática.
- Diosa. ¿Vos?
- Sergio. ¿Querés? - dijo ofreciéndome de su vaso. Tomé un poco y nos pusimos a charlar.
- Decime una cosa Diosi. - interrumpió al rato. - ¿Puedo darte un beso?
No pude evitar reirme. Me puse colorada. ¿Cómo le decía que no?
- No creo que puedas...
- ¿Y por qué no?
- ehmm....preguntale a Orlando... - me salió decirle.
Sergió le golpeó el hombro y le dijo: - ¿Puedo darle un beso a la Diosa?.
Orlando me miró y se sonrío.
- No!
- ¿Por qué?
- Porque está conmigo!
Y aunque era de noche, para mi salió el sol. Sergio quiso desaparecer en ese instante. Me dijo que lo perdonara, que si sabía que era así, nunca se me hubiera insinuado. Yo solo me reí y quedó todo mas que bien. Sin embargo, después de semejante declaración, entre Orlando y yo había quedado algo pendiente.
- Hagamos un juego. - me dijo más tarde. - Yo digo "un barquito lleno de..." algo, y empezamos a tirar cosas, el primero que tarda mas de 5 segundos en responder tiene que tomar un trago de ésto, dale?
- mmm, bueno, a ver...
- "Un barquito lleno de..." ¡tragos! Ya que estamos...Empiezo yo, cuba libre.
- Destornillador
- Gancia Batido
Y así estuvimos un rato. Obviamente casi todos los juegos los perdí yo. Pero luego de dos o tres rondas, ya no había más gracia. Orlando no era para nada desmotrativo, y mucho menos en público, pero de a poquito se fue acercando a mi.
- Diosa, quiero que te vengas conmigo. - me dijo. Y sin dejarme responder me besó. - ¿Vamos?
- ¿A dónde Orla?
- A mi auto, así estamos más cómodos.
- Mejor no, ya te leo las intenciones entre líneas y sabés que no quiero.
- Dale, te juro que no pasa nada. - mintió. Yo sabía que no tenía que aceptar si no quería correr riesgos. Sin embargo ya me había resistido muchas veces con Orlando, y no estaba segura de poder seguir manteniendo mi postura. Él era muy persuasivo, muy insistente, y yo muy frágil. Él me gustaba y por momentos el diablito le ganaba al angelito convenciéndolo de que si tenía ganas de estar con semejante bombón, no debía reprimirme. Pero cuando la razón ganaba la batalla, era irrefutable saber que debía decirle que no.
- No te creo. - le dije.
- En serio Diosa, te prometo que no voy a hacer nada. Solamente vayamos al auto, desayunamos si querés, y después te llevo a tu casa. Dale!! - me agarró de la mano y empezó a caminar hacia al puerta.
- No, esperá! No me puedo ir sin decirle a las chicas! - Marianela estaba a un costado riéndose con un chico que yo no conocía. - Mari, Orla quiere que me vaya con él...¡¿Qué hago?! - Ella abrió los ojos pero no se inmutó.
- No sé, fijate lo que tengas ganas de hacer. - me respondió.
- Yo tengo ganas, pero sabés que él no se va a conformar con un beso, y yo no quiero hacer mas nada.
- Y....aclaraseló eso. - pero Marianela no me prestó mas atención y yo no quise interrumpirle el chamuyo. Me alejé y volví con Orlando.
- ¿Vamos? - me preguntó y sin esperar respuesta alguna, me sacó de ahí. Salimos de Crow's y fuimos hasta la esquina donde tenía estacionado el 206. Le mandé un mensaje a Marianela avisándole que me había ido, mientras él arrancaba el auto. Hizo un par de cuadras y volvió a estacionar.
- ¿Te animás a ir a un lugar conmigo? - me dijo mostrando como siempre la sonrisa marca Colgate.
- ¿A dónde? Orla te dije claramente que no quería...
- No, esperá. - me interrumpió. - No te confundas. A una cuadra de mi casa está la casa de mis abuelos. Está en venta y no vive nadie. Podemos ir para estar mas cómodos.
- Mi postura no cambió desde el día que viniste a mi casa. Sigo sosteniendo que no quiero que pase nada mas que esto, te acordás, no?
- Si, no te digo que vamos a coger ni nada. Solamente para estar mas cómodos.
Estaba pensando la respuesta cuando sonó el celular.
- Es Marianela. - dije.
- No atiendas!
- ¿Por?
- No sé, que no interrumpa justo ahora!
- Tengo que responder, capaz pasó algo, es mi amiga. - apreté el botón y hablé. - ¿Hola?
- ¿Dónde estás? - me gritó del otro lado del teléfono.
- Con Orlando, te mandé un mensaje. Ya salimos. ¿Qué pasó?
- Nada...¿a dónde van?
- No sé, estamos viendo....¿por?
- Diosa, ¿vas a estar con él? ¿estás segura?
- En realidad no, pero bueno... - quise disimular. ¿Cómo le respondía sin que él entienda? - Es lo que te dije antes, ¿viste?
- Bueno, está bien. Chau! - y sin dejarme ni siquiera responder, me cortó. Me llamó mucho la atención esa llamada. La noté rara, pero supuse que estaba preocupada por mi y por lo que fuera a hacer. A pesar de que cuando le había ido a contar adentro del bar, no me había dado mucha importancia.
- ¿Listo? - me preguntó Orlando. - Ahora entonces vamos a donde yo quiero.
Arrancó el auto y fuimos a su casa. Me hizo esperar mientras entró a buscar la llave para ir luego a la casa abandonada de sus abuelos. Era inmensa, de dos pisos. Estaba sucia por lo deshabitada, oscura y muy fría.
- ¡Qué grande! - dije mientras miraba para todos lados. Orlando me agarró y sin dejarme mirar más, empezó a besarme. Me llevó hasta un banco (el único mueble que quedaba dentro de la casa) y me hizo sentarme arriba de él. La temperatura subía.
- Vamos a la habitación. - me dijo y tomandome de la mano, subimos las escaleras. Agarró una manta y unas almohaditas que tenía y las puso en el piso. Se acostó en ella y me llamó. - Vení, dale!
Fue entonces cuando lo miré. Me gustaba, mucho. Era perfecto fisicamente, era buen pibe, era ideal. ¿Cuál era el pero entonces?. Definitivamente no estaba cómoda. No era esta la manera que yo quería. No esperé tantos años, no me contuve tantas veces para terminar haciéndolo así. A él le daba lo mismo que me pasaba a mi, y eso no me gustaba.
- Orlando te lo dije mil veces, por favor no me hagas sentir mal. Yo no quería venir porque sabía que iba a pasar esto y te lo dije en todos los idiomas. Perdoname pero no estoy preparada para esta situación.
- ¿Por qué no? ¿Qué tiene? ¿No te gusto?
- ¡No es eso! Es difícil para mi...ojalá pudiera explicartelo, pero sé que nunca me entenderías.
- Diosa, no me importa. Contame, no puede ser tan complicado, tengo que entenderlo.
- Te aseguro que no.
- A ver, si vos me gustás y yo te gusto...¿dónde está el problema?
- En que para mi eso no es suficiente...¿cómo te lo digo? - titubié. - Yo...nunca estuve...con nadie. ¿Entendés?
- ¿De verdad? - se sorprendió. Ésto era figurita repetida para mi. ¿Por qué nadie me creía?
- Si.
- Está bien, no te preocupes, la verdad es que me sorprende demasiado. De hecho me cuesta creerlo. Pero bueno, vamos a pasarla bien igual, ¿dale?
Me agarró y ahí nomás me tiró contra el piso. Confieso que igual intentó hacerlo, pero en cuanto le dije que no, desistió. Hicimos otras cosas, la pasé bien. Pero esa vez como todas las anteriores, no podía estar tranquila. Mi cabeza no paraba de maquinar barajando todas las posibles opiniones que podía tener ahora Orlando sobre mi.
Me llevó a mi casa y al día siguiente no hubo ni llamados ni mensajes de texto. Nada. El vacío de siempre.
Llamé por teléfono a Marianela para contarle lo que había pasado.
- Te juro que casi accedo Mari, estuve a punto! Pero no sé, no me animé. ¿Por qué soy tan boluda?
- Diosa. - me dijo después de romper su silencio de varios minutos mientras me escuchaba. - Te tengo que decir algo, pero no se como te lo vas a tomar...

...y en ese momento el mundo se me derrumbó en mil pedazos.

lunes, 20 de septiembre de 2010

de Besos y Decepciones

Martín me desnudó con la boca, me hizo saber que los 14 años que me llevaba no eran en vano. Me hizo sentir deseo de que eso no terminara ahí, de que todo se me fuera de las manos en ese instante y no pueda controlar lo que mi cabeza me decía.
- Ah bueno pendeja me mataste! - interrumpió. - ¡Qué lindo que besas!
Lo miré y sin responder volví a besarlo. Lo hice a propósito, quería generarle adicción.
- Te juro que no se si voy a poder aguantarme de que sea solo esto. - me dijo, y por primera vez sentí temor. Yo me estaba haciendo la superada que podía manejar la situación, y la realidad era que si me dejaba apurar un poco, en seguida iba a irme al mazo. Por eso no debía dejarlo reaccionar.
- Entonces no Martín! - le dije interrumpiendo sus besos.
- ¿Por?
- Porque no. Vivimos dos vidas completamente diferentes. Aunque nos llevemos genial, vos tenés tu novia y yo quiero disfrutar de mi libertad. Vos tenes 15 años mas que yo y buscás ciertas cosas que son distintas a las que busco yo con mis 20 años. Entendés lo que te digo? Por eso tampoco quería llegar a esto, no me gusta quedar como una histérica.
- No te preocupes Diosa, no lo sos. Fui yo el que insistí. No vamos a hacer nada que vos no quieras. - Y sonríendome después de la frase mas trillada que pudo haber dicho, volvió a traerme hacia él para besarme. No pude resistirme y me dejé llevar de nuevo. Pero al rato un ruido nos interrumpió. Por suerte era una falsa alarma. - No podés matarme tanto con esos besos. - volvió a decirme. - De verdad me cuesta resistirme.
Fue entonces cuando reaccioné.
- Entonces terminemos acá.
Me alejé y empecé a caminar despacio hacia la facultad. Martín me siguió unos pasos detrás.
- Diosa, no hace falta que contemos nada de todo esto, no? - ¡Otra vez lo mismo! ¿Qué le pasaba a los hombres que no se hacen cargo de lo que hacen? Primero Orlando, ahora Martín...
- No te preocupes. De la misma manera que nadie sabe lo de Orla, tampoco van a saber esto. - hice una pausa y luego me reí. - ¡Jaja! Yo también me meto con cada uno! Todos ennoviados...
- Jaja, no dramaticemos. Hay que hacer lo que sale.
- Si, seguro....
Llegamos al quiosco y Martín entró a comprar la bendita plasticola. Preferimos volver por separado asique mientras fui hasta la facultad a juntarme con el resto.
- ¿Dónde estabas? - me preguntó Marianela apenas me vió. - Te estábamos esperando!!
- En el quiosco. - dije seca mientras abría los ojos grandes, señal de que dejara de interrogarme. Los demás no acotaron nada, pero yo estaba tan perseguida que sentía sus miradas acusadoras sobre mi nuca.
Al rato nos fuimos cada uno a su casa. En el camino les conté como pude a las chicas lo que había pasado y no podían creerlo.
- Sos una hija de puta, Diosa! Con todas las letras! - gritaba Yanina emocionada. - ¡¡Y vos decías que Martín era un amor imposible!!
- Estoy tan asombrada como vos Yani!
- Vos si que tenés suerte! - comentaba Mari.
- Igual, te digo - acotó Yanina. - Ojo! Porque este tipo no tiene 5 años. Hoy se conformó con un beso, pero no creo que la próxima pase lo mismo...
- Yani, dudo demasiado que haya "próxima".
- No seas ingenua! Si hay una, hay dos.
- Ojalá! Aunque ya saben, yo no podría estar con él. No es un tipo que fuera a bancarse ser el primero...
- Y no sé. Ultimamente nos llevamos cada sorpresa...no?
De todas maneras, no quería hacerme problema pensando en el futuro. Yo estaba feliz sabiendo que en menos de 10 días, había conseguido a los dos hombres que me parecían mas improbables en toda esta historia. Y aunque no volviera a pasar nada nunca más, ¿quién iba a quitarme lo bailado? Ese sabor de la victoria, de haber conseguido la figurita difícil del álbum.
Pero mi alegría poco iba a durar. Al día siguiente decretaron el cierre de la facultad a causa de todo el problema que causó a Gripe A. Si recuerdan en el invierno del año pasado, aconsejaban que te quedes empollando en tu casa hasta quedar gordo como un chancho y ya no distinguir quién estaba infectado y quién no. Entonces, para no ser menos, cerraron la facu y terminamos las cursadas a distancia. Mi desgracia sería, no volver a ver a Martín hasta el próximo cuatrimestre. No poder saber que impresión había tenido después del mítico beso.
Solo pude cruzarlo, cuando yo salía de un final y él entraba en otro. Me hizo un gesto preguntándome como me había ido y si ya me iba. Le respondí que bien, y que aprovechaba que Marcelo me llevaba a mi casa en auto. Me tiró un beso y una sonrisa que me hizo derretir.
- ¿Qué onda ahí? - me preguntó Marce en el viaje.
- ¿Ahí dónde?
- Dale tonta! Con Tincho!
- Nada! - pero mi sonrisa me delató.
- Jajaja, no te puedo creer!!
Pero de todas maneras negué todo lo que me preguntó y el dejó de insistir. Prometí no decir nada, y eso haría...aunque me moría de ganas de gritarlo. ¿Cuánto me duraría la buena conducta?
Mi vida siguió normal, encerrada en casa a causa de que todo estaba cerrado y la gente se perseguía por las calles cubriéndose con barbijos y cosas por el estilo. Crow's cerró un fin de semana para acatar las normas municipales, pero al siguiente volvió a abrir. De todas maneras, me quedé en casa porque tenía leves sintómas de resfrío y buen...yo también estaba paranoica. Quién si salió fue Marianela con unas amigas. Al otro día nos mensajeamos.
Mensaje de LaDiosa:
"¿Y? ¿Cómo estuvo Crow's? ¿Me extrañaron?"
Mensaje de Marianela:
"Mucho! Estaba lleno de gente! Muy bueno todo, muchos conocidos también"
Mensaje de LaDiosa:
"¿Algo interesante para contar? ¿O lo de siempre?"
Mensaje de Marianela:
"Normal. Ah, si. Estaba Gabriel, el amigo de Germán. ¡¡Adiviná que!!"
Si, confieso que intuí la respuesta, pero preferí leerlo con mis propios ojos.
Mensaje de LaDiosa:
"No sé...contame!"
Mensaje de Marianela:
"Estuvimos!! ¡¡Qué lindo que es!!"
En ese momento tuve ganas de meterme por el celular y estrolarla. ¡Mi mejor amiga había estado con el chico que sabía que me gustaba!.
Mensaje de LaDiosa:
"Si, hace mas de 5 años que sé que es lindo, Mari"
Mensaje de Marianela:
"Ay, no te va a molestar, no? Tampoco es que estuve con Facu..."
Mensaje de LaDiosa:
"No te preocupes que si pasaba eso ni te estaría contestando"
Ok, no estaba enamorada de Gabriel ni mucho menos. Pero hacía años que estaba esperando que se de esta oportunidad que se me daba ahora. Y por mas que el beso es de a dos y ella no lo violó contra una pared, para mi era lo mismo. Lo sentí como una traición.
Obviamente dejé pasarlo, mi amistad con Marianela pesaba mucho mas que cualquier flaco...

...sin embargo, esa sería la primer decepción de muchas otras.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Las cosas como son

- ¡¿Qué hago?!
Esa fue la pregunta que me hice durante todo el día pero que nunca tuvo respuesta.
- Quizás se olvide...pero si no lo hace, ¿qué le digo?
- No sé! Mirá lo que preguntás - me decía Marianela. - Dejame estudiar que estamos en el horno con Campo, y eso es mas importante.
Me hundí en el asiento del colectivo y guardé los apuntes en la cartera. Definitivamente era imposible repasar algo con mi grado de nerviosismo.
- No te preocupes, Diosa. Con lo del parcial no va a haber chance de que te diga nada... - me tranquilizó Yanina.
- Eso! Por eso, decime: ¿Qué es una métrica de calidad? - me miró fijo Mari. Obviamente no sabía la respuesta. No le contesté y agarré los apuntes de nuevo. El resto del viaje me mantuve callada.
Llegamos y nos sentamos entre medio de los chicos para intercambiar posibles preguntas y respuestas. Mi corazón se paralizó cuando vi llegar a Martín, pero para mi tranquilidad, se sentó como el resto y empezó a repasar.
- Chicos, nos mudamos a un aula del segundo piso así estamos más cómodos para el parcial. - anunció el profesor. Me paré y agarré mis cosas mientras me quejaba de que no sabía nada. Estaba por entrar al salón cuando Martín me miró fijo.
- A la salida tenemos que hablar. Ni te pienses de que me olvidé lo de ayer... - sentenció abriendo sus ojos celestes y entró con el resto. ¿Cómo iba a arreglarme para hacer un parcial después de semejate situación?
Nos acomodamos y el profesor repartió las hojas: 30 preguntas y un ejercicio práctico. Y yo ya había perdido toda mi capacidad de concentración.
Después de una hora de parcial, algunos chicos empezaron a entregar el examen, sin contar a todos aquellos que ni siquiera se habían sentado a hacerlo. Martín salió del aula luego de un rato y se quedó hablando en el pasillo con los demás. Por la ventana yo veía como gesticulaba y de reojo me controloba a mi.
Luego de contestar la última pregunta, miré hacia afuera y Martín me hizo un gesto que no entendí pero a mi me dio miedo y volví a mirar mi hoja. Entonces hice lo que nunca: revisé todo el examen. Y cuando terminé, volví a remarcar las respuestas. Busqué cualquier excusa para quedarme ahí sentada haciendo tiempo, hasta que el profesor pidió que entregáramos las hojas. Me paré y salí del aula. En seguida me acerqué apurada a las chicas y les pedí si me acompañaban al baño.
- ¿¡Qué hago?! - casi grité cerrando la puerta.
- ¿Otra vez con lo mismo? - se fastidió Marianela.
- Si, y ahora no tenés excusa de que tenés que estudiar nena! ¿Me pueden ayudar?
- Es que no sé que decirte Diosa. ¿Le vas a decir que te gusta?
- No sé!!!! Ay, juro que no sé que hacer!!! Tengo miedo!!! Lo miro y me encanta, me mueve hasta el último pelo del cuerpo!!! Pero al mismo tiempo sé que es alguien super imposible para mi....
Marianela abrió los ojos y se acercó a la puerta. La abrió un poco y se asomó. En seguida volvió a mirarme y la cerró.
- ¿¿Qué pasó?? - pregunté nerviosa.
- Martín! Estaba en el baño de al lado, recién salió. ¿Habrá escuchado?
Yo estaba peor que antes. Salimos al pasillo y nos juntamos con el resto. Martín hablaba con Tomás del examen y yo me acerqué a Emiliano para parecer natural.
- Diosa! - me dijo de repente. - ¿Me acompañás al quiosco?
Lo miré y dudé. Eramos 15 y me estaba diciendo especialmente a mi si lo acompañaba. Igual acepté, bien suicida.
- Tengo que comprar una plasticola y sino después me olvido. Aparte nosotros tenemos que hablar... - dijo mientras bajabamos las escaleras.
- Veo que no te olvidaste...
- Obvio que no, me quedó la duda desde ayer!
- Igual no voy a decirte nada...
- Otra vez con eso? Dale, habíamos quedado en que hoy si. - llegamos a la puerta del quiosco, pero jamás entramos y la plasticola jamás se compró. Nos quedamos ahí paraditos hablando.
- Bueno, yo había quedado en que la que te gusta está entre Mari, Yani, la mina de los lunes, la que no conozco y yo, no?
- Si, y yo había quedado que estaba entre Marce, Lucas, Tony, Horacio y yo. Empezá vos, asi no arrugás.
- mmmmm, a ver....esa que no conozco no es, no?
- No, no es. No es mi tipo. Ahora me toca a mi. Y con esta estoy seguro que gano. Pero no me vengas con que no me querés decir la verdad eh!
Apreté los dientes y le dije que iba a decirle la verdad. Me estaba embarcando en un viaje que no estaba segura de querer hacer.
- Estoy segurísimo que es Marce.
Ahí mismo empecé a reirme, un poco de nervios, otro poco de alivio.
- Jajaja, nada que ver! Marce es mi amigo
- ¿No? Pero es re fachero, tiene onda. No sé, como están siempre juntos pensé que era él.
- Si, estamos juntos porque nos llevamos bien, y es verdad que es lindo, no te voy a mentir, pero siempre lo vi como mi amigo, nada mas...
- Entonces me cagaste, ahora no sé quién es.
- Ahh, no sé! Ahora me toca a mi. A ver...Yo me la juego! ¿Está entre nosotras tres, no?
- Jaja, mirá como despachaste a la otra! Si, acertaste. Me estás cagando Diosa! - reimos. - Dejame pensar. Si no es Marce, tiene que ser Luquitas. Porque Tony no es tu perfil, no?
- mmmmm no! Tampoco es Lucas y mucho menos Tony!
- Boluda me mataste! No me digas que es Horacio! No, no puede ser...Yo estaba re seguro que era Marce y me re cagaste pero mal!
- No sé, ahora me toca a mi. Está entre nosotras tres dijiste...mmmm...no tengo idea, pero me la juego. ¿Yanina?
- No. Una copada la flaca, pero ni ahí.
- Ooops, ¿entonces es Marianela? - dije con cara de asombro, aunque en realidad temía la respuesta.
- No, tampoco.
- Pero es que no queda nadie mas...
Silencio incómodo. En realidad ambos ya sabíamos la respuesta.
- ¿Yo? - me atreví a decir casi por un impulso.
- Si bolas! ¿No te habías dado cuenta? - me sonrojé. - Yo no tengo problema de decírtelo. Me gustas vos. Pero igual esperá, porque ahora quiero saber yo. ¿Horacio? No creo que sea él, pero es el único que me queda.
- No, todo bien con el gordo, pero no me gusta.
- No queda nadie Diosa. Quedó yo también, pero ni en pedo soy...
- Si. - lo interrumpí. Cuando oí mis palabras me detuve, pero ya era tarde. - Sos vos.
- Naaah, en serio? No te puedo creer!
- Dale, ahora no me vengas a decir que no te habías dado cuenta. ¿Por qué iba a darte tanta vuelta sino?
- Mirá vos que loco! - decía mientras se rascaba la cabeza como pensando. En ese momento, entró al quiosco Orlando. Nos miró pero no pronunció palabra y desapareció detrás de la puerta. Era el condimento que necesitaba para ponerme mas nerviosa. Acababa de decirle a Martín que me gustaba y él a mi. ¿Y ahora de que me disfrazaba?
- Te voy a ser sincero. - me dijo.- Me pareces una mina genial, divertida, muy linda...me gustás. Pero vos sabés que yo tengo mi vida.
- Martín, - lo interrumpí mirándolo fijo. - No hace falta que me lo aclares. Yo te dije antes de que empezara toda la adivinanza de que ese "alguien" era algo más platónico que otra cosa. Yo sé perfectamente como es la situación y no es que pretenda nada, simplemente te conté algo que me pasaba...
- Está perfecto Diosa, por eso yo también te lo dije, porque es algo que me pasa y no me gusta guardarmelo, mas si nos llevamos bien y lo podemos hablar.
- Estoy de acuerdo con eso.
- Quiero que sepas que si yo no estuviera de novio, nosotros ahora no estaríamos hablando...yo ya te hubiera encarado hace rato y la parte de la charla la pasabamos por alto!
- Jajaja! Tonto! - comenté volviéndome a poner colorada. - En serio, quiero que sepas que tengo mas que claro eso.
- Ya lo sé....pero ahora decime, si yo no tuviera novia, ¿qué te gustaría que surja de todo esto?
- No sé Martín. - dudé.- Tu novia está, es difícil imaginar que no. Además de eso, tenemos otras barreras.
- Bueno, pero suponiendo, quiero que me lo digas.
- ¿Para qué? Si igual no se puede...
- Ok, y con esta realidad que tenemos...¿qué te gustaría?
Mi cabeza me decía en rojo, gigante y con luces intermitentes que esto era peligroso. Lo que hubiera dado por tener el control remoto de Adam Sandler y poner pausa para pensar las respuestas!!
- No entiendo Martín, ¿a qué te referís?
- Claro, que te gustaría. Capaz me decís "nada flaco, no te pienses cualqueira", capaz te gustaría un beso, capaz algo más...eso.
- No sé si serviría ese "algo mas"....creo que es al pedo enroscarnos, no te parece?
- Totalmente Diosa, pero quería saber que pensabas vos. La verdad es que yo con mi novia estoy muy bien y no me gustaría cagarla. No se lo merece.
- Creo que es lo mejor.
- Si, obvio.
De nuevo una pausa. Yo miraba los autos pasar mientras sentía su mirada encima mio.
- Diosa. - dijo por fin. - La verdad es que ahora que sé esto no me puedo quedar así.
- ¿Qué querés decir con eso?
- Qué me dan ganas de darte un beso, eso.
- Jajaja ¿¿acá??
- No, bueno, vamos acá a la vuelta. ¿Te parece?
Lo miré y no pude responder. Solamente asentí con la cabeza. Miramos en sentido a la facultad y nadie salía. Empezo a caminar y doblamos en la esquina. Seguimos caminando en silencio hasta llegar a la otra punta de la cuadra, dónde estaba oscuro y vacío. Nos frenamos y nos pusimos frente a frente.
- ¡Qué loco todo esto!
- Muy. Ay, por dios que no pase nadie! - dije mirando para todos lados. Pasaban muchos autos, y como el estacionamiento de la facultad daba a esa calle, era probable que algún compañero nos viera al salir.
- No pasa nada. - me dijo. Cuando me volví a mirarlo Martín se me acercó agarrándome la cara con las manos. Y ahí nomás me besó...

...Martín me dió el mejor beso que recibí en mi vida.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Honestidad brutal

Por primera vez en mucho tiempo, tenía varias razones para dejar de pensar un poco en Facundo. Y esas razones tenían nombre, apellido y perfume.
Una de ellas, era Enzo. Hacía días que había dejado de ser ese amigo consejero y confiable. Ultimamente cada cosa que le contaba le producía celos. Para él todos los "bananas" que me gustaban eran unos lentos que dormían. "El día que yo te agarre no te olvidás nunca mas en tu vida", me decía. Aseguraba que no me iba a perdonar, asique que me preparara. Eso me producía nervios, ganas, curiosidad y hasta adrenalina. Sobre todo, porque teniendo en cuenta que Enzo sabía muchas cosas de mi, el hecho de que quisiera algo conmigo me daba confianza.
Por otro lado, Orlando me había tomado por sorpresa. Después de la escena en mi casa, no volvió a insinuarse y la relación en la facultad era mas que cordial. No había chance de que nadie (excepto las chicas) se dieran cuenta algo de lo que había sucedido. Sabía que eso iba a pasar, como también sabía que no iba a pelearse con la novia. Ese momento quedó en el pasado y si bien lo inesperado podía volver a suceder, prefería tomarlo como algo improbable.
La novedad era Gabriel. Después de ése sábado que tuve que rechazarlo volví a cruzarlo una vez más. Parecía que las cosas se daban naturalmente, y si bien era extraño después de tantos años de conocernos, era como si por fin podíamos dejar llevar lo que antes estaba cautivo. Me daban ganas de apostar a él en cierto modo.
Pero el único que parecía no querer perder el tiempo era Martín. Cada vez que se me acercaba, cada vez que me miraba a los ojos, cada vez que me saludaba, a mi me temblaba el cuerpo, la voz, los pensamientos. Él me ponía nerviosa como nadie. Me bloqueaba, me hacía sentir chiquita. A pesar de eso, no tuve tiempo de acobardarme. Martín me hizo reaccionar a la fuerza...
- Che, vos no creés que a Mati le gusta Yanina? - me dijo un día mientras programábamos un ejercicio en clase. Él, sentado entre medio mio y de Marcelo, mirando un poco cada computadora.
- ¿Si? Ni idea, ¿por qué lo decís?
- No sé, por como la mira. Para mi que le re da.
- Puede ser...voy a prestar mas atención a ver si noto algo.
- ¿Ella tiene onda con él?
- Creo que no. A ella le gusta otro...
- Si, ya sé, no me digas nada. ¿Tomás, no? - me preguntó en voz baja, cosa casi imposible en él.
- Si! ¿Tanto se nota?
- Un poco. ¿Y a Mari quién le gusta?
- No te voy a decir!
- Dale, Diosa! ¿A quién le voy a contar? Además viste que no me llevo tanto con los chicos del otro grupo. Si vos me lo decís, te juro que de mi boca no sale...
- Te mato eh!! - hice una pausa y miré hacia ambos lados. Marcelo, lejos de programar, estaba entretenido buscando videos en You Tube. Martín se acercó para escuchar mejor y yo temblaba cada vez más. - Le gusta Emiliano.
- ¿Emi? Ay, si, me gusta para ella. Los dos medios calladitos, hacen linda pareja. ¿Y él que onda?
- Nada, por ahora nada. Pasa que tampoco lo sabe, asique...
- Ah está bien. Y no te preocupes Diosi, yo no digo nada!
- Mas te vale!!
- Che...y a vos? ¿Quién te gusta? - me preguntó queriendo sonar desinteresado. Era más que obvio que todo lo anterior era pura y exclusivamente para llegar a éste punto.
- Jajajaja! - reí nerviosa. - capaaaz que te digo!!
- No seas guacha!! Dale, decime! No le digo a nadie!
- No es cuestión de que lo digas o no! Es porque no quiero decirlo...
- Dale!! No tiene nada de malo que te guste un compañero.
Lo miré fijo y retruqué la apuesta. - ¿Quién te dijo que me gusta un compañero?
- Ah! Bueno, los que sean. Porque no me vas a decir que no te gusta ninguno.
- No, obvio que siempre hay.
- Y bueno, dale!! ¿Cuántos?
- Dos.
- Ah, está bien. ¿Y qué onda?
- Son dos cosas diferentes. ¿Cómo te explico?. Uno es algo muy platónico, nada concreto. Con el otro algo pasó, pero de todas maneras es también imposible.
- Eso es relativo, Diosa. Mas si ya pasó algo. Si los dos tienen ganas está perfecto.
- No todo es sencillo. Hay otras cosas en el medio a veces.
- ¿Qué cosas?. - se quedó pensando y le hice un gesto. - Ahh!! ¿Tiene novia?
- Claro.
- Bueno, igual nunca sabés Diosa. Ya hablamos de eso, es difícil. - hizo una pausa y en seguida agregó. - ¿Pero quién es?
- No puedo decirte.
- ¿Otra vez lo mismo? Bueno, de todas maneras no son muchos los que tienen novia. Matías, que queda totalmente descartado; Cristian, que si la novia se entera te espera a la salida con un cuchillo; Ariel y Orlando. ¿Está entre ellos dos, no? - Sorprendida por su capacidad de deducción, asentí. - Me la juego que es Orlando!
- Jajaja! - solté una carcajada. - ¡Te odio!
- Es fachero... - se dio vuelta a mirarlo y le pegué en el hombro para que se volviera.
- ¡Disimulá nene!
- Perdón! Tampoco seas así de perseguida, no pasa nada...
En ese momento el profesor nos ofreció hacer el recreo y vover a la media hora. Agarramos los abrigos y salimos. Martín no se me despegó en todo momento tratando de sacarme quién era la otra persona. Intentó todas las maneras: de mentira a verdad, multiple choice, descartando los improbables, etc. Pero no pudo sacarme siquiera un gesto de aprobación.
Volvimos al aula y se instaló en mi máquina. Mientras simulaba ayudarme, seguía con la inquisición.
- Dale, decime por favor!
- ¿Tanto te interesa saber?
- Si, me dejáste la intriga ahora...
- No vale! Al final yo me la paso hablando y contándote cosas y vos nada!
- Bueno, pero preguntame lo que quieras! Yo te contesto.
- Es que no tenés alguien que te guste...o si?
- No sé porque no debería tener a alguien.
- ¿Te gusta alguien de acá?
- Si.
- ¿Quién?
- Decime vos y yo te digo.
- No me vas a decir.
- Diosa, encima que estoy en inferioridad de condiciones, porque en toda la carrera, en los 5 años, en los dos turnos, como máximo debe de haber 5 mujeres. Y yo tengo que adivinar entre 300 tipos. Aparte de eso, no tengo problema en decírtelo. La que no lo va a decir sos vos.
- Ahora me diste intriga vos a mi, quiero saber!
- Vos me decís y yo te digo.

- ¡No! ¿Por qué primero yo?
- Bueno, hagamos una cosa. Vamos descartando, preguntamos una vez cada uno, hasta llegar al que tiene que ser. ¿Te parece?
- A ver, ¿cómo sería?
- Por ejemplo, yo te pregunto: ¿está en esta clase?. Respondeme.
- Si, está acá.
- Bueno, ahora me preguntas vos a mi. Algo que te ayude a darte cuenta.
Pensé en hacerle la misma pregunta, pero miré a mi al rededor y era la única mujer. Era una pregunta demasiado riesgosa, asique la cambié. Este juego me empezaba a gustar...
- ¿Cursa alguna materia con nosotros?
- Si.
- Igual no me aclaró demasiado. Seríamos: nosotras tres, la chica que viene los jueves, y la que viene a Campo, no?
- Si, y una que viene los lunes que vos no venís.
- Ok, tengo 5 personas...y vos 40! - me reí.
- No vale! A ver...está sentado en esta fila de computadoras?
Miré y sumaban 10 personas. Está bien, era un número aceptable.
- Si.
- Opa! Creo que ya sé. Tengo dos opciones posibles. ¿Arriesgamos?
- ¡No!
- ¡Qué cagona que sos!
Pero casi cortándonos la inspiración, el profesor dió por terminada la clase, y todos empezaron a guardar sus cosas y a dejar el aula. Debíamos darle un remate a la conversación.
- Bueno, dale, ahora o nunca. Vos me decís y yo te digo. - me apuró.
- Olvidate! - sentencié agarrando mi bolso y colgándolo de mi hombro dispuesta a huir.
- Hagamos una cosa. Pensalo hasta mañana, y terminamos la advinanza, dale?
- Mañana tenemos el parcial!
- No importa, a la salida. De mañana no pasas, me escuchaste? Me lo vas a decir...
- Jaja, como digas Martín! Me voy que me lleva Orlando en el auto.
- Ahhh, claro. ¡Ojito eh! - y agarrándome de los hombros me dió un beso casi en la comisura que me hizo derretir en muchas partecitas. - Chau nena.
- Chau. - me sonreí y desaparecí detrás de la puerta. No podía desdibujarme la sonrisa nerviosa...

...en menos de 24hs. debía enfrentarme a la verdad sin titubeos.