- No me da mas la cabeza, te juro! - decía con el hilo de voz que me quedaba. Faltaban horas para dar el final que me separaba del título de Analista en Sistemas.
- Es el último esfuerzo, dale! - me incentivaban todos.
- El primero o el último, te juro que no me entra ni medio renglón más en mi disco rígido. Estoy agotada. Encima este tema de mierda que tengo que estudiar!!! Jamás lo voy a usar.
Estaba al borde de un colapso nervioso. Fuera de joda.
Pero allá me encontraba. Parada adelante de la puerta que me separaba de la gloria o el infierno mismo.
- Buenas noches señorita, ¿Cómo le va tanto tiempo?
- ¿Qué tal profe? Acá estoy, vengo a dar el final que me quedó pendiente en Marzo.
- ¿Está segura?
- Siempre. - mentí. El gordito ayudante de cátedra se reía mientras seguía buscando en You Tube videos de un auto que quería comprarse.
- Bueno, cuando quieras me avisas y te tomo. Tenés la suerte, o la desgracia, de ser la única que se presenta. Asíque como estoy aburrido te puedo tomar bastantes cosas.
- Ah...genial, jeje.
Me senté en un banco a leer por enésima vez los apuntes que tan prolijamente había subrayado con marcadores de diferentes colores y que tenían anotaciones en lápiz por todos los márgenes. Todavía me seguían llegando mensajes de texto de todos mis amigos deseándome suerte. ¡Un milagro necesitaba!
- Bueno, ¿por qué no va viniendo que no me quiero ir a la madrugada? Déle...me imagino que Roberto le dio varias clases, no? - me dijo el profesor y ahí mismo recordé que ellos se hablaban bastante. ¿Le habría dado alguna recomendación? Ser ayudante de un profesor que hacía años que trabajaba en la facultad, me había dado varias ventajas en la carrera. Quizás esta era una de esas veces.
- No, él no me ayuda en estas cosas.
- Ya lo creo. Bueno, empecemos. ¿Sobre que me querés hablar?
- Estoy tan nerviosa que de nada! Jaja! Mejor pregúnteme usted.
- Está bien...contame a ver, ¿para que se utiliza el patrón de diseño de software Facade?
Y ahí empecé a decirle. Admito que los nervios me jugaron una mala pasada y varias veces me trabé, pero pude resolverlo explicándolo con mis propias palabras...poco profesionales, pero las únicas que encontré.
- Yo ya me cansé. ¿Vos? ¿Querés tomarle algo? - le dijo después de la tercer pregunta al ayudante de cátedra. Yo rezaba para que respondiera que no.
- Si. - ¡Pero la put...! - A ver...¿qué te puedo preguntar? ¡Ah! ¡Ya sé! Hablame sobre la persistencia.
Persistencia me hacía falta a mi! Pero por suerte esa me la sabía de pe a pa. Y ahí nomás el gordito también se cansó y me dijo que juntara mis cosas y le diera la libreta.
Deliberaron un rato la nota, y entre los murmullos pude entender que uno quería ponerme un puntito más que el otro. Me acerqué despacio con la cartera al hombro. El profesor extendió la mano y al mismo tiempo que me daba la libreta me saludó con una sonrisa.
No me dieron los pies para salir de aula y abrazarme con el primero que encontré en el pasillo, que por suerte era el hermano de Rosa y Marina.
- ¿Y? ¿Cómo te fue?
- No sé!
- ¿Cómo que no? Fíjate!!
Y ahí nomás vi el glorioso 8 que me habían puesto. Estaba chocha de la vida! Llamé a mi mamá y me vino a buscar con el auto. La sorpresa era un ramo gigante de flores y un hermoso dije de regalo.
"Tengo título universitario", pensaba. "Intermedio...pero universitario al fin."
Me parecía mentira que ya hubieran pasado tres años y medio desde mi primer día de clases. Me parecía que fue ayer cuando había pisado ese lugar con temor y mucha incertidumbre. Y por fin había logrado dar mi primer paso.
- Este se festeja, claramente. - me amenazó Yanina.
- Si!! Obvio!! Me quiero sacar de encima toda esa carga que tenía!!
- Bueno, vos sos la organizadora oficial del grupo, asíque armá algo.
Asíque no me quedó otra que armar mi propio festejo. Ese fin de semana salimos todos a comer pizza a un lugar bastante copado de la zona. Vinieron Emi, Tomi, Yani, Renata, Rosa, Marina, Yiyo y Laura. Nos sacamos fotos, brindamos, hicimos chistes y disfruté como nunca de mis amigos.
- ¿A dónde querés ir Diosa? ¿Vamos a otro lugar que no sea el de siempre? - me sugirió Yanina.
- No, quiero ir a Crow's...les molesta?
- No, todo bien. Hoy decidís vos!! Es tu noche amiga! - me dijeron todos de acuerdo.
Lo que no les conté a mis amigos fue el motivo de mi elección. El día anterior había hablado con Facundo. Luego de felicitarme por mi título lo invité a sumarse a los festejos, y ese día entre pizza y pizza había recibido un mensaje suyo.
"Estoy cenando con mis viejos. Después donde vas a estar? Cuando termino voy"
Entonces elegí el mítico lugar de siempre. Yo estaba tan exultante que le contaba hasta a los patovicas el motivo de mi festejo. Todos ya me conocían asíque se alegraron y festejaron conmigo.
Pero el tiempo pasaba y Facundo no aparecía.
- ¿Qué pasa Diosa? - me preguntó Marina al ver mi cara.
- ¿Me acompañás a la puerta? - y cuando salimos vi que ya no estaban dejando entrar a nadie mas debido a lo que prohibía la municipalidad. Y ahí paradito estaba Facundo, esperando que alguien se apiadara. Me hizo una seña y yo le dije que se quedara tranquilo.
- ¡Fer! ¡Fer! - llamé enseguida al patovica lleno de piercings. Sí, ese que Renata me había confirmado que me tenía ganas. - Necesito un favor.
- ¿Qué pasa Diosa?
- ¿Ves ese chico? El alto de campera verde. Tenés que dejarlo pasar.
- No puedo, anda el dueño por acá, me mata!
- Vos podés, dale! Aparte imaginate, vino a festejar el título conmigo, onda que desde la vereda se complica.
- Ya entraron todos tus amiguitos...
- Sí, pero él es especial. De verdad que necesito que entre - supliqué con mi mejor cara. Fernando se apiadó y le hizo una seña al que estaba al lado de la soguita. Éste la abrió y lo señaló entre medio del tumulto para que sólo él entrara. Las pibas que estaban afuera gritaban de bronca.
- No sabía que tenías tanta chapa acá. ¿O es ahora que sos Analista?
- Jaja! ¿Viste?
Entramos y en una de las barras se encontró con un amigo que se sumó a la compra de un Fresita para brindar. Marina desapareció atrás de no se quién, pero fue reemplazada en seguida por su hermana Rosa y Tomi, que se despedían con un beso.
- ¿Te vas?
- Si Diosa, me voy que no doy mas y lo llevo a Emi a la casa también.
- Uhhh! Que ortiva que sos nene eh!!
- Igual que te preocupa? Si ya estás con tu amorcito!! ¿Cómo sabía que estábamos acá?
- Yo le había avisado. La verdad es que dudé, pero después me di cuenta que este era un momento muy importante para mí, y que si él no venía iba a estar incompleta.
- Está bien, si es lo que vos querés está perfecto.
Pero al despedir a mis amigos y volver a la barra para encontrarme con mi copa de Fresita, vi que Rosa se había quedado triste.
- ¿Qué pasó?
- Nada, estuve hablando con Tomi. Me dijo que no quiere que me confunda, que las cosas entre nosotros están bien pero que por ahora él no quiere nada más serio, que tiene muchas responsabilidades y una más no puede.
- Sí, algo de eso sé porque él me contó. Y está bien Rosa, yo te dije que no lo presiones. Que necesita aire...si sabes que después termina viniendo!
- No sé, te juro que me confunde mucho.
- ¿Vos que opinas Facu? - pregunté incorporándolo a la charla con un guiño a mi amiga para que me siga la corriente. - Una opinión masculina siempre es buena.
- No sé como es bien la situación entre ustedes. Si me contás...
- Nos conocemos hace un tiempo - contaba Rosa. - Por medio de ella. Nos vemos casi todos los fines de semana cuando salimos. Y estamos re bien, él me trata genial, charlamos, nos divertimos. Pero ahora me dice que él tiene su trabajo, la facultad, y sus amigos...y que encima sumar otra responsabilidad a todo eso sería demasiado. Que no tendría tiempo para una novia. Por eso no quiere nada serio conmigo. ¿Entendés?
- Y...es sencillo. Para él está todo bien entre ustedes pero mientras se de. Hay algo que es claro. Si vos querés hacerte tiempo, podés. Y más cuando los otros motivos son cosas tan aburridas como trabajo y estudio. Lamentablemente si te dice eso es porque en su escala de prioridades todo eso está antes que vos. Por ende, no hay lugar para una relación.
- ¿Y por qué entonces cuando nos vemos está todo bien? Me trata como una reina!
- Porque eso no quita que con vos la pase bien. Él no va a ir a buscarte o no te va a adoptar como algo de su rutina. Pero si se da verse va a estar todo bien, porque con vos la pasa bien...Vas a tener que aceptar lo que él te da, o ir a buscar otra cosa.
- ¡Como son los hombres! - exclamó Rosa con una sonrisa irónica. - Ellos se entienden a la perfección...¿No Diosa?
- ¿Eh? Ah, sí... - dije bajando de golpe de mis pensamientos. - Los hombres para estas cosas piensan todos igual. Te lo digo yo que convivo con 40 tipos todos los días y los escucho hablar de mujeres la otra mitad del tiempo que no hablan ni de futbol ni de autos. Por eso Rosa, andá tranqui con Tomi, no lo ahogues.
- Puede ser... ¡Gracias chicos! - Y dando media vuelta nos dejó solos.
Pero no pasó nada. Ni siquiera intenté acercarme a él. Yo lo había invitado para que esa noche fuera perfecta, y me encontré con una realidad que siempre supe pero nunca había escuchado con tanta claridad. Porque de algo estaba segura...Facundo no le estaba dando un consejo a Rosa...
...me estaba hablando a mí.
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lunes, 1 de agosto de 2011
domingo, 19 de junio de 2011
Nobody wants to be lonely
Como ya les dije, que Martín luciera un hermoso anillo de compromiso en su mano no había cambiado demasiado las cosas. A pesar de que después de esa conversación y posterior beso nunca volvió a sugerir nada de ese estilo, era evidente que un año después, algo entre nosotros quedaba.
En cada receso de nuestras clases en la facu, íbamos a un kiosco - librería de al lado a tomar un café con algún tostado y a hablar con Marta, la empleada, que nos trataba de mil maravillas.
- ¡Chicos! Vinieron tarde hoy... - Preguntó sorprendida mientras preparaba un sandwich completo. Marta estaba en sus sesenta. Era petisa, de pelo castaño, con anteojos y varias arrugas. Voz ronca y a veces mal hablada, pero conocía a todos alumnos de la Universidad.
- Si, es que el profesor no quiso cortar un tema y corrió el recreo para más tarde. - contestó Tomi mientras le pagaba el pebete para empezar a devorarlo.
El kiosco vive lleno de universitarios. La mayoría de los profesores hacen el corte a la misma hora, y Marta tiene que correr de un lado a otro, para llegar a atender a todos en los escasos 20 minutos (que siempre termina extendiéndose al doble, dependiendo la flexibilidad del profesor).
Ese día, nosotros habíamos llegado cuando todos ya se habían ido.
- Bien! Conseguimos sillas hoy! - festejó Marcelo. Pudimos ocuparlas todas, salvo una dónde había tres chicos.
- ¡Ah! - gritó de golpe Marta mientras nos alcanzaba las servilletas. - ¿Cómo les fue ayer que estaban tan nerviosos?
- No sabemos. O muy bien, o muy mal. Son de esos parciales que todo depende del profesor. - contestó Martín.
- Estudian sistemas. - Comentó Marta a uno de los chicos de la otra mesa. - Pobres, no sabés como les dan! Ellos vienen y me cuentan como ustedes, viste?
El chico asintió sonriendo. Era alto, delgado, barba crecida, rubio de ojos marrones y con algunos rulos. Mientras Martín, Marcelo, Tomi y Emi se sentaban a comer sus sandwich, yo me acerqué al mostrador de Marta.
- Ah Diosita! Si usas perfume para la ropa, acá uno de los chicos vende. Asíque me avisas que yo le encargo, viste. Son muy ricos, ahora te traigo para que pruebes. - dijo mientras desaparecía atrás de la cortina que separaba la cocina del mostrador. - ¡Es ese chico que está sentado allá! - gritó.
Instintivamente giré la cabeza y me encontré con la mirada del rubio. Él se sonrío y me dijo:
- Le traje un par...cualquier cosa ya sabés, le decís a ella o sino yo siempre ando por acá.
Antes de que pudiera responder, Marta volvió con una muestrita. Era rico.
- Viste Mariano como te hago publicidad, no?
- Si! Gracias Marta! Sos una genia!!
Pero entró gente al kiosco y desapareció por la otra puerta. El rubio, llamado Mariano evidentemente, parecía muy simpático, y se quedó hablándome sobre la facultad. Por eso no me di cuenta que ya era la hora de volver a clase.
- Diosa, ¿cómo era lo que dijo el de Planificación el otro día? - gritó Martín desde la otra punta del kiosco, pretendiendo interrumpir mi conversación. Yo me hice la sorda, y seguí con la charla.
- ¿Y por qué elegiste esa carrera? - me preguntaba Mariano. Entonces proseguí a contarle esa parte de mi historia. Pero Martín insistía.
- Diosa, ¿me escuchás? ¿Te acordás lo que dijo el profesor el martes? Que nos reímos tanto!...
Ya era más que evidente que debía responder. Me di vuelta y le hice una seña de desconocimiento. Acto seguido, continué mi relato.
- Pero si! ¿Sabés lo que digo? Lo que le dijo al gordito, de que no sabía para que estaba en la facultad si era tan desastroso. Fue tan gracioso!
Martín ahora estaba al lado mio y trataba a toda costa incluirme en la conversación junto a Marcelo.
- No me acuerdo Martín, no sería tan importante porque creo que ya me olvidé.
- Uh, bueno. Es hora de volver ya! ¿Vamos chicos?
¡¡Desde cuando tanto interés en volver!! En ese instante lo odié. Se iban todos, por lo que no tuve opción. Lo saludé a Mariano y me fui atrás de ellos.
- Sos copado eh! - le comenté mientras caminábamos.
- ¿Por? - se hizo el desentendido.
- Estaba ahí chamuyando y vos interrumpiendo cada dos segundos.
- ¿Dónde? ¿En lo de Marta? ¿Con ese cara de poker?
- Si, ese cara de poker pero copado.
- Ahh y yo que sabía tonta! Me hubieras dicho...
- Claro, te decía "No Martin, no quiero contar esa anécdota porque me estoy chamuyando al rubio"...¡como no me di cuenta!
- Jaja! No así, pero una seña al menos! Perdón! Igual no te perdiste de mucho, tenía una cara de gil...!
- Para mi no era feo y muy simpático.
- Buen, para mi tenía cara de gil, y no quiero que estés con un nabo, Diosa.
- En todo caso eso lo decido yo - contesté ya cansada mientras entraba al aula.
Mariano siguió saludándome durante todo el año cada vez que nos cruzábamos en los pasillos o en el kiosco de Marta. Estudiaba diseño, pero no sé si ahora dejó o se recibió, porque ya no lo veo más.
Lo más interesante de todo esto, fue que era muy notorio que Martín quería seguir ocupando su lugar en la historia. El no tenía intensiones de desaparecer a pesar de su compromiso y de que evidentemente nada más podía pasar entre nosotros.
Pero a partir de ese día las cosas cambiaron. Quizás yo dejé de darle importancia. Quizás él se convenció. Pero poco a poco la relación se fue secando y paulatinamente dejamos de hablarnos.
Ese viernes, después de clase, fui a cenar a un caro restaurant de la zona junto a Emi, Tomi y Orlando. Comimos mariscos y un super panqueque con dulce de leche de postre.
Intenté actuar de forma natural delante de Orlando, pero esa sonrisa Colgate aún seguía teniendo efectos en mi. Sobre todo cuando salimos y nos contó que se iba a encontrar con una chica. Admito que me afectó mas de la cuenta.
Pero la mayor sorpresa me la llevé la semana siguiente. Subiendo las escaleras de la facultad junto a Yanina, nos cruzamos un grupo de estudiantes de psicología.
- ...entonces yo le dije, viste, que yo iba a hacer mi trabajo. No voy a sacarle las papas del fuego todos los días.
- Yani! Mirá... - la interrumpí para señalarle disimuladamente a un pelilargo que pasó al lado mio clavándome la mirada.
- ¿Qué tiene?
- ¿No te hizo acordar a nadie? - le pregunté cuando ya se había alejado.
- mmmm, no me doy cuenta.
- ¡Igualito a Enzo era!
- ¡Nada que ver! Ah! Hablando de Enzo... estoy hablando de nuevo con él. - sentenció de golpe.
Disimulé mi sorpresa de la mejor manera que pude. Sin dejar de mirar el suelo emití un sonido mientras me preparaba para seguir escuchando lo que seguía.
- Ah si? ¿Y que onda?
- Bien, por ahora hablamos tranquilos, no me tiró ningún palo de los que suele tirar él, viste? - "Sí, se perfectamente de lo que me hablás" pensaba por dentro. Sin embargo solo asentí con la cabeza.
- Ajam...
- Y resulta que nos dimos cuenta que trabajamos re cerca! A poquitas cuadras...
- Ah, mirá vos! - contesté permitiéndome dejar ver un poco mas la sorpresa que tenía en mi interior. A pesar de que lo único que tenía ganas de hacer era putear. Mucho.
- Entonces quedamos en ir a almorzar uno de estos días. Íbamos a ir hoy pero se me complicó con esto del laburo el horario del almuerzo, viste que te conté?
- Claro... - No voy a mentir, a esa altura la bronca me brotaba por los poros. Sin embargo, necesitaba saber más. - ¿Pero vos querés volver a algo con él? - pregunté como pude.
- No sé, viste como es Enzo, y sabés como soy yo. No me muero de ganas de nada, pero no hay otra cosa, entonces bueno, ¡es lo que hay Diosa!
Era la respuesta que sabía que iba a escuchar.
- ¿Entendes lo que te digo? - le contaba por teléfono más tarde a Mecha. - Yo sé que es lo que pasa acá. Yanina le da bola porque Enzo es el único boludo que hay en el menú ahora, y él se debe de re pensar que se van a casar, que van a poder reconciliarse. ¡Se va a llevar un fiasco!
- Mejor Diosa, se lo merece! Él se hizo el idiota con vos...ahora que Yani le pague con la misma moneda...
- Si, ¿no?
- Si, totalmente. Cuando lo dejen pagando ahí vos vas a reírte. "El que ríe último..."
- Tenés razón. Pero...¿y si me equivoco? ¿Y si le sale bien y Yani se termina enganchando?
- No creo...te parece?
- No, no me parece. Pero uno nunca sabe...
- No te persigas Diosi, Enzo va a tomar de su propia medicina, vas a ver.
- Igual me da bronca. ¡Es un turro! Al final, claramente a mi me usó para darle celos a ella!!
- No pienses eso... Pero al menos quedate tranquila con una cosa: Yanina no sabe nada de lo que pasó entre ustedes.
- Si! Tenés razón! En ese sentido me quedo tranquila...
...aunque la idea de imaginarlos almorzando juntos me revolvía el estómago.
- ¡Chicos! Vinieron tarde hoy... - Preguntó sorprendida mientras preparaba un sandwich completo. Marta estaba en sus sesenta. Era petisa, de pelo castaño, con anteojos y varias arrugas. Voz ronca y a veces mal hablada, pero conocía a todos alumnos de la Universidad.
- Si, es que el profesor no quiso cortar un tema y corrió el recreo para más tarde. - contestó Tomi mientras le pagaba el pebete para empezar a devorarlo.
El kiosco vive lleno de universitarios. La mayoría de los profesores hacen el corte a la misma hora, y Marta tiene que correr de un lado a otro, para llegar a atender a todos en los escasos 20 minutos (que siempre termina extendiéndose al doble, dependiendo la flexibilidad del profesor).
Ese día, nosotros habíamos llegado cuando todos ya se habían ido.
- Bien! Conseguimos sillas hoy! - festejó Marcelo. Pudimos ocuparlas todas, salvo una dónde había tres chicos.
- ¡Ah! - gritó de golpe Marta mientras nos alcanzaba las servilletas. - ¿Cómo les fue ayer que estaban tan nerviosos?
- No sabemos. O muy bien, o muy mal. Son de esos parciales que todo depende del profesor. - contestó Martín.
- Estudian sistemas. - Comentó Marta a uno de los chicos de la otra mesa. - Pobres, no sabés como les dan! Ellos vienen y me cuentan como ustedes, viste?
El chico asintió sonriendo. Era alto, delgado, barba crecida, rubio de ojos marrones y con algunos rulos. Mientras Martín, Marcelo, Tomi y Emi se sentaban a comer sus sandwich, yo me acerqué al mostrador de Marta.
- Ah Diosita! Si usas perfume para la ropa, acá uno de los chicos vende. Asíque me avisas que yo le encargo, viste. Son muy ricos, ahora te traigo para que pruebes. - dijo mientras desaparecía atrás de la cortina que separaba la cocina del mostrador. - ¡Es ese chico que está sentado allá! - gritó.
Instintivamente giré la cabeza y me encontré con la mirada del rubio. Él se sonrío y me dijo:
- Le traje un par...cualquier cosa ya sabés, le decís a ella o sino yo siempre ando por acá.
Antes de que pudiera responder, Marta volvió con una muestrita. Era rico.
- Viste Mariano como te hago publicidad, no?
- Si! Gracias Marta! Sos una genia!!
Pero entró gente al kiosco y desapareció por la otra puerta. El rubio, llamado Mariano evidentemente, parecía muy simpático, y se quedó hablándome sobre la facultad. Por eso no me di cuenta que ya era la hora de volver a clase.
- Diosa, ¿cómo era lo que dijo el de Planificación el otro día? - gritó Martín desde la otra punta del kiosco, pretendiendo interrumpir mi conversación. Yo me hice la sorda, y seguí con la charla.
- ¿Y por qué elegiste esa carrera? - me preguntaba Mariano. Entonces proseguí a contarle esa parte de mi historia. Pero Martín insistía.
- Diosa, ¿me escuchás? ¿Te acordás lo que dijo el profesor el martes? Que nos reímos tanto!...
Ya era más que evidente que debía responder. Me di vuelta y le hice una seña de desconocimiento. Acto seguido, continué mi relato.
- Pero si! ¿Sabés lo que digo? Lo que le dijo al gordito, de que no sabía para que estaba en la facultad si era tan desastroso. Fue tan gracioso!
Martín ahora estaba al lado mio y trataba a toda costa incluirme en la conversación junto a Marcelo.
- No me acuerdo Martín, no sería tan importante porque creo que ya me olvidé.
- Uh, bueno. Es hora de volver ya! ¿Vamos chicos?
¡¡Desde cuando tanto interés en volver!! En ese instante lo odié. Se iban todos, por lo que no tuve opción. Lo saludé a Mariano y me fui atrás de ellos.
- Sos copado eh! - le comenté mientras caminábamos.
- ¿Por? - se hizo el desentendido.
- Estaba ahí chamuyando y vos interrumpiendo cada dos segundos.
- ¿Dónde? ¿En lo de Marta? ¿Con ese cara de poker?
- Si, ese cara de poker pero copado.
- Ahh y yo que sabía tonta! Me hubieras dicho...
- Claro, te decía "No Martin, no quiero contar esa anécdota porque me estoy chamuyando al rubio"...¡como no me di cuenta!
- Jaja! No así, pero una seña al menos! Perdón! Igual no te perdiste de mucho, tenía una cara de gil...!
- Para mi no era feo y muy simpático.
- Buen, para mi tenía cara de gil, y no quiero que estés con un nabo, Diosa.
- En todo caso eso lo decido yo - contesté ya cansada mientras entraba al aula.
Mariano siguió saludándome durante todo el año cada vez que nos cruzábamos en los pasillos o en el kiosco de Marta. Estudiaba diseño, pero no sé si ahora dejó o se recibió, porque ya no lo veo más.
Lo más interesante de todo esto, fue que era muy notorio que Martín quería seguir ocupando su lugar en la historia. El no tenía intensiones de desaparecer a pesar de su compromiso y de que evidentemente nada más podía pasar entre nosotros.
Pero a partir de ese día las cosas cambiaron. Quizás yo dejé de darle importancia. Quizás él se convenció. Pero poco a poco la relación se fue secando y paulatinamente dejamos de hablarnos.
Ese viernes, después de clase, fui a cenar a un caro restaurant de la zona junto a Emi, Tomi y Orlando. Comimos mariscos y un super panqueque con dulce de leche de postre.
Intenté actuar de forma natural delante de Orlando, pero esa sonrisa Colgate aún seguía teniendo efectos en mi. Sobre todo cuando salimos y nos contó que se iba a encontrar con una chica. Admito que me afectó mas de la cuenta.
Pero la mayor sorpresa me la llevé la semana siguiente. Subiendo las escaleras de la facultad junto a Yanina, nos cruzamos un grupo de estudiantes de psicología.
- ...entonces yo le dije, viste, que yo iba a hacer mi trabajo. No voy a sacarle las papas del fuego todos los días.
- Yani! Mirá... - la interrumpí para señalarle disimuladamente a un pelilargo que pasó al lado mio clavándome la mirada.
- ¿Qué tiene?
- ¿No te hizo acordar a nadie? - le pregunté cuando ya se había alejado.
- mmmm, no me doy cuenta.
- ¡Igualito a Enzo era!
- ¡Nada que ver! Ah! Hablando de Enzo... estoy hablando de nuevo con él. - sentenció de golpe.
Disimulé mi sorpresa de la mejor manera que pude. Sin dejar de mirar el suelo emití un sonido mientras me preparaba para seguir escuchando lo que seguía.
- Ah si? ¿Y que onda?
- Bien, por ahora hablamos tranquilos, no me tiró ningún palo de los que suele tirar él, viste? - "Sí, se perfectamente de lo que me hablás" pensaba por dentro. Sin embargo solo asentí con la cabeza.
- Ajam...
- Y resulta que nos dimos cuenta que trabajamos re cerca! A poquitas cuadras...
- Ah, mirá vos! - contesté permitiéndome dejar ver un poco mas la sorpresa que tenía en mi interior. A pesar de que lo único que tenía ganas de hacer era putear. Mucho.
- Entonces quedamos en ir a almorzar uno de estos días. Íbamos a ir hoy pero se me complicó con esto del laburo el horario del almuerzo, viste que te conté?
- Claro... - No voy a mentir, a esa altura la bronca me brotaba por los poros. Sin embargo, necesitaba saber más. - ¿Pero vos querés volver a algo con él? - pregunté como pude.
- No sé, viste como es Enzo, y sabés como soy yo. No me muero de ganas de nada, pero no hay otra cosa, entonces bueno, ¡es lo que hay Diosa!
Era la respuesta que sabía que iba a escuchar.
- ¿Entendes lo que te digo? - le contaba por teléfono más tarde a Mecha. - Yo sé que es lo que pasa acá. Yanina le da bola porque Enzo es el único boludo que hay en el menú ahora, y él se debe de re pensar que se van a casar, que van a poder reconciliarse. ¡Se va a llevar un fiasco!
- Mejor Diosa, se lo merece! Él se hizo el idiota con vos...ahora que Yani le pague con la misma moneda...
- Si, ¿no?
- Si, totalmente. Cuando lo dejen pagando ahí vos vas a reírte. "El que ríe último..."
- Tenés razón. Pero...¿y si me equivoco? ¿Y si le sale bien y Yani se termina enganchando?
- No creo...te parece?
- No, no me parece. Pero uno nunca sabe...
- No te persigas Diosi, Enzo va a tomar de su propia medicina, vas a ver.
- Igual me da bronca. ¡Es un turro! Al final, claramente a mi me usó para darle celos a ella!!
- No pienses eso... Pero al menos quedate tranquila con una cosa: Yanina no sabe nada de lo que pasó entre ustedes.
- Si! Tenés razón! En ese sentido me quedo tranquila...
...aunque la idea de imaginarlos almorzando juntos me revolvía el estómago.
lunes, 28 de febrero de 2011
Hoja de ruta
Diciembre del 2009. Muchas cosas para enterrar, muchas otras por empezar.
Tantas veces anteriormente había tratado de hacer el famoso "borrón y cuenta nueva" pero claramente, nunca lo había logrado.
- Son frases hechas. - le dije a Mecha. - Dudo poder lograrlo.
- No es imposible, pero sí difícil y más si no te convencés vos misma.
Estaba segura que debía hacer un cambio mas profundo...pero, ¿cómo?
Terminando el ciclo lectivo en la escuela, el día del acto de fin de año lloré como una nena. Tanto como si todos mis alumnos fueran parientes mios, o como si la que terminaba el año fuera yo. Veía a mis "chiquitos" paraditos, cantando el himno, sosteniendo la bandera, prolijos saludando nerviosos a sus padres, sacandose fotos por todos los rincones. Me movilizó de pies a cabeza, me puse contenta y triste al mismo tiempo.
- Diosa, quedate con primero en el patio hasta que tengan que subir al escenario por favor! - me pidió la directora.
- Seeeeñoooooo!!!!!! - vinieron en seguida todos gritando a abrazarme. - Te vamos a extrañaaaar!!!!
Los miré llena de ternura, y con una sonrisa les dije que yo también. Y me sorprendí al darme cuenta lo sincera que estaba siendo al responderles.
Se me llenaron los ojos de lágrimas. Por primera vez me sentí mujer, y no por estar delante de un hombre, sino por un instinto que surgía desde mis entrañas. Por primera vez, soñé con algún día ser mamá...
- ¿Vamos a cenar para despedir el año después de los finales, como hacemos todos los años?
Yanina me miraba con una sonrisa, acababa de dar bien una materia, a pesar del momento difícil que atravesaba.
- Si, dale. El viernes cuando salimos de la facu vamos. Hace mucho que no saco la nariz a la calle.
Le avisó a Marianela, pero por esa época ya las cosas habían dado el giro rotundo. Fuimos a un bar-pizzería de la zona. Comimos, charlamos.
- Voy a empezar a trabajar.
- ¿Te parece, Yani?
- Si, la psicóloga con la que hablé cuando mi viejo estaba internado me recomendó que busque nuevos ambientes.
- ¿Pero tu mamá no necesita que la ayudes en su oficina?
- Si, pero está mi hermano, y yo quiero empezar a ganar experiencia en lo nuestro. Ya empecé a mandar curriculums, y la semana que viene tengo una entrevista en una.
- Si a vos te parece que es lo mejor, dale para adelante!
- Ayer hablé con Enzo.
Tragué el pedazo de pizza que tenía en la boca de golpe y abrí los ojos.
- ¿Ah si?
- Me preguntó como andaban las cosas, y le conté todo esto. Me dijo que le parecía bien que empiece a laburar, viste que a él le encanta hacerse el psicólogo!
- Si, vi... - Y tomando un sorbo de vino cambié de tema. - Che, y que laburo querés? ¿Programadora? ¿Base de Datos?
Termianos de comer y fuimos a un bar. Nos encontramos con Joaquín, el primo de Fede.
- Diosa, ¿algún día me vas a dar bola?
- mmmm, me parece que no Joaco! Pero por las dudas seguí preguntando. - contesté siguiendo el juego que hacía siempre con él. Fede me había contado que su primo tenía una atracción especial hacia mi, y que todas sus novias siempre volaban de celos cuando yo aparecía en algún lado. "La mirás de una manera que a mi no", le había dicho una. Algunas noches de flaqueo, Joaquín consiguió algunos besos (a pesar de no estar soltero), pero no más de eso. Para mi era más divertido que amoroso. Sin embargo reconozco que besa muy bien.
- ¿Vamos? - le pregunté a Yanina.
- Si, dale. Estoy muerta!
- Ey, Diosa!! Te vas a ir sin darme un beso?
- Por supuesto. Es lo que estoy haciendo, no ves?
A Joaquín se le transformó la cara. Yanina se acercó y me dijo al oído:
- Son las 5 de la mañana! A esta hora está permitido, podés darle.
Yo solo me reí y saludé a sus amigos.
- Diosa!!! - insistía haciendo puchero. - Por favor te pido, ¿qué tengo que hacer para que me des bola algún día? ¿Querés que me arrodille? Lo hago!! Sabés que me gustas y que me muero de ganas de que me dés un beso. Decime, ¿qué tengo que hacer?
Lo miré a los ojos y me sonreí.
- Todo al revés Joaco, todo al revés. Evidentemente para que me termine enamorando como una pelotuda, ahora deberías estar ignorándome y haciéndote rogar. ¿Ves que no entendés nada?
- Uh que histérica que sos!
- Si, la peor de todas. Odiame!
Joaquín me dio un beso, pero en seguida salí del bar con Yanina.
- ¿No te gusta, no?
- No...o sea, es Joaquín, es un desastre! Vos lo conocés hace rato y sabés como es.
- Bueno, pero para un sábado a las 5 am no está mal! Aprovechá para pasarla bien!
- Si, pero viste cuando eso que tenés ahí, al alcance de la mano, no te atrae?
- Perfectamente te entiendo.
- Tiene razón él: somos muy histéricas.
Vacaciones. Ya no más colegio, ya no más facultad. No tener que cumplir horarios. No tener que cruzarme a Orlando haciéndose el canchero con su moto, mientras dentro de mi sentía esa dualidad entre amor-odio, esa mezcla entre ganas de meterlo en una cama y de enterrarlo vivo. No tener que cursar esa única materia que me había quedado a la mañana junto a Marianela, y tener una espina clavada toda la mañana. El año próximo todas a la noche, lo había decidido. Aunque eso también implique escuchar a Martín contando sus anécdotas de mujeres y pecados (él había cometido todos!)
Vacaciones. Ya no quería vivir pendiente de lo que Facundo hacía o decía. Me obligué a solo hacer uso del conocimiento de su contraseña de Facebook una vez por semana. Mi meta para el 2010 sería, aparte de recibirme de Analista, superar todo lo que él significaba para mi. Pero, ¿cómo?. Como empecé diciendo, sabía mejor que nadie que era casi imposible. Que aunque me lo tatuara en la frente, hasta que realmente no me diera cuenta lo mal que me hacía, no lo iba a llevar a cabo.
Debía encontrar una manera de sacar los fantasmas de mis recuerdos.
Vacaciones.
Ahí estaba la clave.
De chica, solía zambullirme en el mundo de la literatura durante todo el verano. Busqué en mi biblioteca y me acordé que nunca me había comprado el libro de mitología griega que tenía ganas de leer. Entonces empecé a buscar títulos interesantes en internet.
No recuerdo como, pero llegué a un blog. Y luego a otro, y a otro. Pasé por muchos. Me enganché con dos o tres. Especialmente uno, que me lo devoré en 2 días.
Un blog.
Ahí estaba la solución.
¿Y si contaba mi historia? Desde el principio, claro. Quizás había gente que se sentía igual. Quizás la opinión de un desconocido me servía. Quizás descargar en palabras todo ese amor contenido, me ayudaba a sacarme el peso de encima.
Diciembre del 2009. Nace LaGranDiosa...
...nace este mundo maravilloso que me cambió la vida.
Tantas veces anteriormente había tratado de hacer el famoso "borrón y cuenta nueva" pero claramente, nunca lo había logrado.
- Son frases hechas. - le dije a Mecha. - Dudo poder lograrlo.
- No es imposible, pero sí difícil y más si no te convencés vos misma.
Estaba segura que debía hacer un cambio mas profundo...pero, ¿cómo?
Terminando el ciclo lectivo en la escuela, el día del acto de fin de año lloré como una nena. Tanto como si todos mis alumnos fueran parientes mios, o como si la que terminaba el año fuera yo. Veía a mis "chiquitos" paraditos, cantando el himno, sosteniendo la bandera, prolijos saludando nerviosos a sus padres, sacandose fotos por todos los rincones. Me movilizó de pies a cabeza, me puse contenta y triste al mismo tiempo.
- Diosa, quedate con primero en el patio hasta que tengan que subir al escenario por favor! - me pidió la directora.
- Seeeeñoooooo!!!!!! - vinieron en seguida todos gritando a abrazarme. - Te vamos a extrañaaaar!!!!
Los miré llena de ternura, y con una sonrisa les dije que yo también. Y me sorprendí al darme cuenta lo sincera que estaba siendo al responderles.
Se me llenaron los ojos de lágrimas. Por primera vez me sentí mujer, y no por estar delante de un hombre, sino por un instinto que surgía desde mis entrañas. Por primera vez, soñé con algún día ser mamá...
- ¿Vamos a cenar para despedir el año después de los finales, como hacemos todos los años?
Yanina me miraba con una sonrisa, acababa de dar bien una materia, a pesar del momento difícil que atravesaba.
- Si, dale. El viernes cuando salimos de la facu vamos. Hace mucho que no saco la nariz a la calle.
Le avisó a Marianela, pero por esa época ya las cosas habían dado el giro rotundo. Fuimos a un bar-pizzería de la zona. Comimos, charlamos.
- Voy a empezar a trabajar.
- ¿Te parece, Yani?
- Si, la psicóloga con la que hablé cuando mi viejo estaba internado me recomendó que busque nuevos ambientes.
- ¿Pero tu mamá no necesita que la ayudes en su oficina?
- Si, pero está mi hermano, y yo quiero empezar a ganar experiencia en lo nuestro. Ya empecé a mandar curriculums, y la semana que viene tengo una entrevista en una.
- Si a vos te parece que es lo mejor, dale para adelante!
- Ayer hablé con Enzo.
Tragué el pedazo de pizza que tenía en la boca de golpe y abrí los ojos.
- ¿Ah si?
- Me preguntó como andaban las cosas, y le conté todo esto. Me dijo que le parecía bien que empiece a laburar, viste que a él le encanta hacerse el psicólogo!
- Si, vi... - Y tomando un sorbo de vino cambié de tema. - Che, y que laburo querés? ¿Programadora? ¿Base de Datos?
Termianos de comer y fuimos a un bar. Nos encontramos con Joaquín, el primo de Fede.
- Diosa, ¿algún día me vas a dar bola?
- mmmm, me parece que no Joaco! Pero por las dudas seguí preguntando. - contesté siguiendo el juego que hacía siempre con él. Fede me había contado que su primo tenía una atracción especial hacia mi, y que todas sus novias siempre volaban de celos cuando yo aparecía en algún lado. "La mirás de una manera que a mi no", le había dicho una. Algunas noches de flaqueo, Joaquín consiguió algunos besos (a pesar de no estar soltero), pero no más de eso. Para mi era más divertido que amoroso. Sin embargo reconozco que besa muy bien.
- ¿Vamos? - le pregunté a Yanina.
- Si, dale. Estoy muerta!
- Ey, Diosa!! Te vas a ir sin darme un beso?
- Por supuesto. Es lo que estoy haciendo, no ves?
A Joaquín se le transformó la cara. Yanina se acercó y me dijo al oído:
- Son las 5 de la mañana! A esta hora está permitido, podés darle.
Yo solo me reí y saludé a sus amigos.
- Diosa!!! - insistía haciendo puchero. - Por favor te pido, ¿qué tengo que hacer para que me des bola algún día? ¿Querés que me arrodille? Lo hago!! Sabés que me gustas y que me muero de ganas de que me dés un beso. Decime, ¿qué tengo que hacer?
Lo miré a los ojos y me sonreí.
- Todo al revés Joaco, todo al revés. Evidentemente para que me termine enamorando como una pelotuda, ahora deberías estar ignorándome y haciéndote rogar. ¿Ves que no entendés nada?
- Uh que histérica que sos!
- Si, la peor de todas. Odiame!
Joaquín me dio un beso, pero en seguida salí del bar con Yanina.
- ¿No te gusta, no?
- No...o sea, es Joaquín, es un desastre! Vos lo conocés hace rato y sabés como es.
- Bueno, pero para un sábado a las 5 am no está mal! Aprovechá para pasarla bien!
- Si, pero viste cuando eso que tenés ahí, al alcance de la mano, no te atrae?
- Perfectamente te entiendo.
- Tiene razón él: somos muy histéricas.
Vacaciones. Ya no más colegio, ya no más facultad. No tener que cumplir horarios. No tener que cruzarme a Orlando haciéndose el canchero con su moto, mientras dentro de mi sentía esa dualidad entre amor-odio, esa mezcla entre ganas de meterlo en una cama y de enterrarlo vivo. No tener que cursar esa única materia que me había quedado a la mañana junto a Marianela, y tener una espina clavada toda la mañana. El año próximo todas a la noche, lo había decidido. Aunque eso también implique escuchar a Martín contando sus anécdotas de mujeres y pecados (él había cometido todos!)
Vacaciones. Ya no quería vivir pendiente de lo que Facundo hacía o decía. Me obligué a solo hacer uso del conocimiento de su contraseña de Facebook una vez por semana. Mi meta para el 2010 sería, aparte de recibirme de Analista, superar todo lo que él significaba para mi. Pero, ¿cómo?. Como empecé diciendo, sabía mejor que nadie que era casi imposible. Que aunque me lo tatuara en la frente, hasta que realmente no me diera cuenta lo mal que me hacía, no lo iba a llevar a cabo.
Debía encontrar una manera de sacar los fantasmas de mis recuerdos.
Vacaciones.
Ahí estaba la clave.
De chica, solía zambullirme en el mundo de la literatura durante todo el verano. Busqué en mi biblioteca y me acordé que nunca me había comprado el libro de mitología griega que tenía ganas de leer. Entonces empecé a buscar títulos interesantes en internet.
No recuerdo como, pero llegué a un blog. Y luego a otro, y a otro. Pasé por muchos. Me enganché con dos o tres. Especialmente uno, que me lo devoré en 2 días.
Un blog.
Ahí estaba la solución.
¿Y si contaba mi historia? Desde el principio, claro. Quizás había gente que se sentía igual. Quizás la opinión de un desconocido me servía. Quizás descargar en palabras todo ese amor contenido, me ayudaba a sacarme el peso de encima.
Diciembre del 2009. Nace LaGranDiosa...
...nace este mundo maravilloso que me cambió la vida.
lunes, 27 de septiembre de 2010
Everybody hurts
Orlando dice:
Me comentaron que andás con Martincito...
LaDiosa dice:
No estoy con nadie! De dónde sacaste eso?
Orlando dice:
Rumores de pasillo de facultad, yo que sé!
LaDiosa dice:
bah, cualquiera los rumores esos tons! mirá si voy a andar con ese jaja
Orlando dice:
pobre pibe! ¿Qué tiene de malo?
LaDiosa dice:
no, nada de malo...nada más me lleva 15 años y vive con la novia...
Conste que me esforcé para ocultar lo que había pasado con Martín, pero parecía que en la facultad no quedaba absolutamente nada sin saberse.
Durante el tiempo que duró la abstinencia aviar, me la pasé estudiando para los finales. Por suerte rendí todas bien y ya tenía 5 materias menos para conseguir mis títulos. Una de esas materias, la de la tésis, era casi imposible rendirla bien. Pero sin embargo, me embarqué en el desafío, y de arriesgada nomás la dí con un brillante 8. En cambio las chicas, decidieron no presentarse. Yanina arrugó un día antes, y Marianela, directamente ni se había preparado y había optado por salir con unas amigas el fin de semana de joda.
A la semana siguiente, antes de empezar el segundo cuatrimestre y luego de pasar los exámenes, salimos para festejar. Fuimos a Crow's con Marianela, Mónica (una compañera de la facu que se incorporaba de a poco a nuestro grupo) y una amiga de ella.
- Hola Diosa! - me dijo de pronto una voz. Mauro, el desprolijo. Ahora con pelo cortito, pero con la misma musculosa blanca de siempre. - ¿Tomamos algo?
Nos apoyamos contra la barra, y nos pedimos una ronda de tekilas. Pensé que iba a terminar la noche con él, pero mi pensamiento se esfumó en el preciso instante que vi a otra persona entrar por la puerta: Orlando. Para mi sorpresa, tenía una bota ortopédica.
- ¿Estás bien Orla? - le pregunté.
- Si, con bota y soltero. - me contestó riéndose.
- ¿Qué te pasó? - dije tratando de disimular la sorpresa. - ¿Vino en combo?
- La bota es porque me lesioné jugando al futbol. Y la soltería porque nos tomamos un "tiempo".
- Sos re vivo! Te peleás cuando necesitás alguien que te cuide!!
- Jaja, ya fué, era lo que había!
Orlando se quedó con su grupo de amigos justito al lado de nosotras. Cada tanto nos convidaba con algo que compraban para tomar, o se acercaba a hablarnos. Muy en el fondo de mi, intuía que algo estaba mal. Mi sexto sentido olía que había algo que yo no sabía. Sin embargo preferí ignorarlo y seguir como si no pasara nada anormal.
- ¿Tu nombre? - me dijo uno de los amigos de Orlando en un momento. Era petiso, morocho, cara redonda y sonrisa muy simpática.
- Diosa. ¿Vos?
- Sergio. ¿Querés? - dijo ofreciéndome de su vaso. Tomé un poco y nos pusimos a charlar.
- Decime una cosa Diosi. - interrumpió al rato. - ¿Puedo darte un beso?
No pude evitar reirme. Me puse colorada. ¿Cómo le decía que no?
- No creo que puedas...
- ¿Y por qué no?
- ehmm....preguntale a Orlando... - me salió decirle.
Sergió le golpeó el hombro y le dijo: - ¿Puedo darle un beso a la Diosa?.
Orlando me miró y se sonrío.
- No!
- ¿Por qué?
- Porque está conmigo!
Y aunque era de noche, para mi salió el sol. Sergio quiso desaparecer en ese instante. Me dijo que lo perdonara, que si sabía que era así, nunca se me hubiera insinuado. Yo solo me reí y quedó todo mas que bien. Sin embargo, después de semejante declaración, entre Orlando y yo había quedado algo pendiente.
- Hagamos un juego. - me dijo más tarde. - Yo digo "un barquito lleno de..." algo, y empezamos a tirar cosas, el primero que tarda mas de 5 segundos en responder tiene que tomar un trago de ésto, dale?
- mmm, bueno, a ver...
- "Un barquito lleno de..." ¡tragos! Ya que estamos...Empiezo yo, cuba libre.
- Destornillador
- Gancia Batido
Y así estuvimos un rato. Obviamente casi todos los juegos los perdí yo. Pero luego de dos o tres rondas, ya no había más gracia. Orlando no era para nada desmotrativo, y mucho menos en público, pero de a poquito se fue acercando a mi.
- Diosa, quiero que te vengas conmigo. - me dijo. Y sin dejarme responder me besó. - ¿Vamos?
- ¿A dónde Orla?
- A mi auto, así estamos más cómodos.
- Mejor no, ya te leo las intenciones entre líneas y sabés que no quiero.
- Dale, te juro que no pasa nada. - mintió. Yo sabía que no tenía que aceptar si no quería correr riesgos. Sin embargo ya me había resistido muchas veces con Orlando, y no estaba segura de poder seguir manteniendo mi postura. Él era muy persuasivo, muy insistente, y yo muy frágil. Él me gustaba y por momentos el diablito le ganaba al angelito convenciéndolo de que si tenía ganas de estar con semejante bombón, no debía reprimirme. Pero cuando la razón ganaba la batalla, era irrefutable saber que debía decirle que no.
- No te creo. - le dije.
- En serio Diosa, te prometo que no voy a hacer nada. Solamente vayamos al auto, desayunamos si querés, y después te llevo a tu casa. Dale!! - me agarró de la mano y empezó a caminar hacia al puerta.
- No, esperá! No me puedo ir sin decirle a las chicas! - Marianela estaba a un costado riéndose con un chico que yo no conocía. - Mari, Orla quiere que me vaya con él...¡¿Qué hago?! - Ella abrió los ojos pero no se inmutó.
- No sé, fijate lo que tengas ganas de hacer. - me respondió.
- Yo tengo ganas, pero sabés que él no se va a conformar con un beso, y yo no quiero hacer mas nada.
- Y....aclaraseló eso. - pero Marianela no me prestó mas atención y yo no quise interrumpirle el chamuyo. Me alejé y volví con Orlando.
- ¿Vamos? - me preguntó y sin esperar respuesta alguna, me sacó de ahí. Salimos de Crow's y fuimos hasta la esquina donde tenía estacionado el 206. Le mandé un mensaje a Marianela avisándole que me había ido, mientras él arrancaba el auto. Hizo un par de cuadras y volvió a estacionar.
- ¿Te animás a ir a un lugar conmigo? - me dijo mostrando como siempre la sonrisa marca Colgate.
- ¿A dónde? Orla te dije claramente que no quería...
- No, esperá. - me interrumpió. - No te confundas. A una cuadra de mi casa está la casa de mis abuelos. Está en venta y no vive nadie. Podemos ir para estar mas cómodos.
- Mi postura no cambió desde el día que viniste a mi casa. Sigo sosteniendo que no quiero que pase nada mas que esto, te acordás, no?
- Si, no te digo que vamos a coger ni nada. Solamente para estar mas cómodos.
Estaba pensando la respuesta cuando sonó el celular.
- Es Marianela. - dije.
- No atiendas!
- ¿Por?
- No sé, que no interrumpa justo ahora!
- Tengo que responder, capaz pasó algo, es mi amiga. - apreté el botón y hablé. - ¿Hola?
- ¿Dónde estás? - me gritó del otro lado del teléfono.
- Con Orlando, te mandé un mensaje. Ya salimos. ¿Qué pasó?
- Nada...¿a dónde van?
- No sé, estamos viendo....¿por?
- Diosa, ¿vas a estar con él? ¿estás segura?
- En realidad no, pero bueno... - quise disimular. ¿Cómo le respondía sin que él entienda? - Es lo que te dije antes, ¿viste?
- Bueno, está bien. Chau! - y sin dejarme ni siquiera responder, me cortó. Me llamó mucho la atención esa llamada. La noté rara, pero supuse que estaba preocupada por mi y por lo que fuera a hacer. A pesar de que cuando le había ido a contar adentro del bar, no me había dado mucha importancia.
- ¿Listo? - me preguntó Orlando. - Ahora entonces vamos a donde yo quiero.
Arrancó el auto y fuimos a su casa. Me hizo esperar mientras entró a buscar la llave para ir luego a la casa abandonada de sus abuelos. Era inmensa, de dos pisos. Estaba sucia por lo deshabitada, oscura y muy fría.
- ¡Qué grande! - dije mientras miraba para todos lados. Orlando me agarró y sin dejarme mirar más, empezó a besarme. Me llevó hasta un banco (el único mueble que quedaba dentro de la casa) y me hizo sentarme arriba de él. La temperatura subía.
- Vamos a la habitación. - me dijo y tomandome de la mano, subimos las escaleras. Agarró una manta y unas almohaditas que tenía y las puso en el piso. Se acostó en ella y me llamó. - Vení, dale!
Fue entonces cuando lo miré. Me gustaba, mucho. Era perfecto fisicamente, era buen pibe, era ideal. ¿Cuál era el pero entonces?. Definitivamente no estaba cómoda. No era esta la manera que yo quería. No esperé tantos años, no me contuve tantas veces para terminar haciéndolo así. A él le daba lo mismo que me pasaba a mi, y eso no me gustaba.
- Orlando te lo dije mil veces, por favor no me hagas sentir mal. Yo no quería venir porque sabía que iba a pasar esto y te lo dije en todos los idiomas. Perdoname pero no estoy preparada para esta situación.
- ¿Por qué no? ¿Qué tiene? ¿No te gusto?
- ¡No es eso! Es difícil para mi...ojalá pudiera explicartelo, pero sé que nunca me entenderías.
- Diosa, no me importa. Contame, no puede ser tan complicado, tengo que entenderlo.
- Te aseguro que no.
- A ver, si vos me gustás y yo te gusto...¿dónde está el problema?
- En que para mi eso no es suficiente...¿cómo te lo digo? - titubié. - Yo...nunca estuve...con nadie. ¿Entendés?
- ¿De verdad? - se sorprendió. Ésto era figurita repetida para mi. ¿Por qué nadie me creía?
- Si.
- Está bien, no te preocupes, la verdad es que me sorprende demasiado. De hecho me cuesta creerlo. Pero bueno, vamos a pasarla bien igual, ¿dale?
Me agarró y ahí nomás me tiró contra el piso. Confieso que igual intentó hacerlo, pero en cuanto le dije que no, desistió. Hicimos otras cosas, la pasé bien. Pero esa vez como todas las anteriores, no podía estar tranquila. Mi cabeza no paraba de maquinar barajando todas las posibles opiniones que podía tener ahora Orlando sobre mi.
Me llevó a mi casa y al día siguiente no hubo ni llamados ni mensajes de texto. Nada. El vacío de siempre.
Llamé por teléfono a Marianela para contarle lo que había pasado.
- Te juro que casi accedo Mari, estuve a punto! Pero no sé, no me animé. ¿Por qué soy tan boluda?
- Diosa. - me dijo después de romper su silencio de varios minutos mientras me escuchaba. - Te tengo que decir algo, pero no se como te lo vas a tomar...
...y en ese momento el mundo se me derrumbó en mil pedazos.
Me comentaron que andás con Martincito...
LaDiosa dice:
No estoy con nadie! De dónde sacaste eso?
Orlando dice:
Rumores de pasillo de facultad, yo que sé!
LaDiosa dice:
bah, cualquiera los rumores esos tons! mirá si voy a andar con ese jaja
Orlando dice:
pobre pibe! ¿Qué tiene de malo?
LaDiosa dice:
no, nada de malo...nada más me lleva 15 años y vive con la novia...
Conste que me esforcé para ocultar lo que había pasado con Martín, pero parecía que en la facultad no quedaba absolutamente nada sin saberse.
Durante el tiempo que duró la abstinencia aviar, me la pasé estudiando para los finales. Por suerte rendí todas bien y ya tenía 5 materias menos para conseguir mis títulos. Una de esas materias, la de la tésis, era casi imposible rendirla bien. Pero sin embargo, me embarqué en el desafío, y de arriesgada nomás la dí con un brillante 8. En cambio las chicas, decidieron no presentarse. Yanina arrugó un día antes, y Marianela, directamente ni se había preparado y había optado por salir con unas amigas el fin de semana de joda.
A la semana siguiente, antes de empezar el segundo cuatrimestre y luego de pasar los exámenes, salimos para festejar. Fuimos a Crow's con Marianela, Mónica (una compañera de la facu que se incorporaba de a poco a nuestro grupo) y una amiga de ella.
- Hola Diosa! - me dijo de pronto una voz. Mauro, el desprolijo. Ahora con pelo cortito, pero con la misma musculosa blanca de siempre. - ¿Tomamos algo?
Nos apoyamos contra la barra, y nos pedimos una ronda de tekilas. Pensé que iba a terminar la noche con él, pero mi pensamiento se esfumó en el preciso instante que vi a otra persona entrar por la puerta: Orlando. Para mi sorpresa, tenía una bota ortopédica.
- ¿Estás bien Orla? - le pregunté.
- Si, con bota y soltero. - me contestó riéndose.
- ¿Qué te pasó? - dije tratando de disimular la sorpresa. - ¿Vino en combo?
- La bota es porque me lesioné jugando al futbol. Y la soltería porque nos tomamos un "tiempo".
- Sos re vivo! Te peleás cuando necesitás alguien que te cuide!!
- Jaja, ya fué, era lo que había!
Orlando se quedó con su grupo de amigos justito al lado de nosotras. Cada tanto nos convidaba con algo que compraban para tomar, o se acercaba a hablarnos. Muy en el fondo de mi, intuía que algo estaba mal. Mi sexto sentido olía que había algo que yo no sabía. Sin embargo preferí ignorarlo y seguir como si no pasara nada anormal.
- ¿Tu nombre? - me dijo uno de los amigos de Orlando en un momento. Era petiso, morocho, cara redonda y sonrisa muy simpática.
- Diosa. ¿Vos?
- Sergio. ¿Querés? - dijo ofreciéndome de su vaso. Tomé un poco y nos pusimos a charlar.
- Decime una cosa Diosi. - interrumpió al rato. - ¿Puedo darte un beso?
No pude evitar reirme. Me puse colorada. ¿Cómo le decía que no?
- No creo que puedas...
- ¿Y por qué no?
- ehmm....preguntale a Orlando... - me salió decirle.
Sergió le golpeó el hombro y le dijo: - ¿Puedo darle un beso a la Diosa?.
Orlando me miró y se sonrío.
- No!
- ¿Por qué?
- Porque está conmigo!
Y aunque era de noche, para mi salió el sol. Sergio quiso desaparecer en ese instante. Me dijo que lo perdonara, que si sabía que era así, nunca se me hubiera insinuado. Yo solo me reí y quedó todo mas que bien. Sin embargo, después de semejante declaración, entre Orlando y yo había quedado algo pendiente.
- Hagamos un juego. - me dijo más tarde. - Yo digo "un barquito lleno de..." algo, y empezamos a tirar cosas, el primero que tarda mas de 5 segundos en responder tiene que tomar un trago de ésto, dale?
- mmm, bueno, a ver...
- "Un barquito lleno de..." ¡tragos! Ya que estamos...Empiezo yo, cuba libre.
- Destornillador
- Gancia Batido
Y así estuvimos un rato. Obviamente casi todos los juegos los perdí yo. Pero luego de dos o tres rondas, ya no había más gracia. Orlando no era para nada desmotrativo, y mucho menos en público, pero de a poquito se fue acercando a mi.
- Diosa, quiero que te vengas conmigo. - me dijo. Y sin dejarme responder me besó. - ¿Vamos?
- ¿A dónde Orla?
- A mi auto, así estamos más cómodos.
- Mejor no, ya te leo las intenciones entre líneas y sabés que no quiero.
- Dale, te juro que no pasa nada. - mintió. Yo sabía que no tenía que aceptar si no quería correr riesgos. Sin embargo ya me había resistido muchas veces con Orlando, y no estaba segura de poder seguir manteniendo mi postura. Él era muy persuasivo, muy insistente, y yo muy frágil. Él me gustaba y por momentos el diablito le ganaba al angelito convenciéndolo de que si tenía ganas de estar con semejante bombón, no debía reprimirme. Pero cuando la razón ganaba la batalla, era irrefutable saber que debía decirle que no.
- No te creo. - le dije.
- En serio Diosa, te prometo que no voy a hacer nada. Solamente vayamos al auto, desayunamos si querés, y después te llevo a tu casa. Dale!! - me agarró de la mano y empezó a caminar hacia al puerta.
- No, esperá! No me puedo ir sin decirle a las chicas! - Marianela estaba a un costado riéndose con un chico que yo no conocía. - Mari, Orla quiere que me vaya con él...¡¿Qué hago?! - Ella abrió los ojos pero no se inmutó.
- No sé, fijate lo que tengas ganas de hacer. - me respondió.
- Yo tengo ganas, pero sabés que él no se va a conformar con un beso, y yo no quiero hacer mas nada.
- Y....aclaraseló eso. - pero Marianela no me prestó mas atención y yo no quise interrumpirle el chamuyo. Me alejé y volví con Orlando.
- ¿Vamos? - me preguntó y sin esperar respuesta alguna, me sacó de ahí. Salimos de Crow's y fuimos hasta la esquina donde tenía estacionado el 206. Le mandé un mensaje a Marianela avisándole que me había ido, mientras él arrancaba el auto. Hizo un par de cuadras y volvió a estacionar.
- ¿Te animás a ir a un lugar conmigo? - me dijo mostrando como siempre la sonrisa marca Colgate.
- ¿A dónde? Orla te dije claramente que no quería...
- No, esperá. - me interrumpió. - No te confundas. A una cuadra de mi casa está la casa de mis abuelos. Está en venta y no vive nadie. Podemos ir para estar mas cómodos.
- Mi postura no cambió desde el día que viniste a mi casa. Sigo sosteniendo que no quiero que pase nada mas que esto, te acordás, no?
- Si, no te digo que vamos a coger ni nada. Solamente para estar mas cómodos.
Estaba pensando la respuesta cuando sonó el celular.
- Es Marianela. - dije.
- No atiendas!
- ¿Por?
- No sé, que no interrumpa justo ahora!
- Tengo que responder, capaz pasó algo, es mi amiga. - apreté el botón y hablé. - ¿Hola?
- ¿Dónde estás? - me gritó del otro lado del teléfono.
- Con Orlando, te mandé un mensaje. Ya salimos. ¿Qué pasó?
- Nada...¿a dónde van?
- No sé, estamos viendo....¿por?
- Diosa, ¿vas a estar con él? ¿estás segura?
- En realidad no, pero bueno... - quise disimular. ¿Cómo le respondía sin que él entienda? - Es lo que te dije antes, ¿viste?
- Bueno, está bien. Chau! - y sin dejarme ni siquiera responder, me cortó. Me llamó mucho la atención esa llamada. La noté rara, pero supuse que estaba preocupada por mi y por lo que fuera a hacer. A pesar de que cuando le había ido a contar adentro del bar, no me había dado mucha importancia.
- ¿Listo? - me preguntó Orlando. - Ahora entonces vamos a donde yo quiero.
Arrancó el auto y fuimos a su casa. Me hizo esperar mientras entró a buscar la llave para ir luego a la casa abandonada de sus abuelos. Era inmensa, de dos pisos. Estaba sucia por lo deshabitada, oscura y muy fría.
- ¡Qué grande! - dije mientras miraba para todos lados. Orlando me agarró y sin dejarme mirar más, empezó a besarme. Me llevó hasta un banco (el único mueble que quedaba dentro de la casa) y me hizo sentarme arriba de él. La temperatura subía.
- Vamos a la habitación. - me dijo y tomandome de la mano, subimos las escaleras. Agarró una manta y unas almohaditas que tenía y las puso en el piso. Se acostó en ella y me llamó. - Vení, dale!
Fue entonces cuando lo miré. Me gustaba, mucho. Era perfecto fisicamente, era buen pibe, era ideal. ¿Cuál era el pero entonces?. Definitivamente no estaba cómoda. No era esta la manera que yo quería. No esperé tantos años, no me contuve tantas veces para terminar haciéndolo así. A él le daba lo mismo que me pasaba a mi, y eso no me gustaba.
- Orlando te lo dije mil veces, por favor no me hagas sentir mal. Yo no quería venir porque sabía que iba a pasar esto y te lo dije en todos los idiomas. Perdoname pero no estoy preparada para esta situación.
- ¿Por qué no? ¿Qué tiene? ¿No te gusto?
- ¡No es eso! Es difícil para mi...ojalá pudiera explicartelo, pero sé que nunca me entenderías.
- Diosa, no me importa. Contame, no puede ser tan complicado, tengo que entenderlo.
- Te aseguro que no.
- A ver, si vos me gustás y yo te gusto...¿dónde está el problema?
- En que para mi eso no es suficiente...¿cómo te lo digo? - titubié. - Yo...nunca estuve...con nadie. ¿Entendés?
- ¿De verdad? - se sorprendió. Ésto era figurita repetida para mi. ¿Por qué nadie me creía?
- Si.
- Está bien, no te preocupes, la verdad es que me sorprende demasiado. De hecho me cuesta creerlo. Pero bueno, vamos a pasarla bien igual, ¿dale?
Me agarró y ahí nomás me tiró contra el piso. Confieso que igual intentó hacerlo, pero en cuanto le dije que no, desistió. Hicimos otras cosas, la pasé bien. Pero esa vez como todas las anteriores, no podía estar tranquila. Mi cabeza no paraba de maquinar barajando todas las posibles opiniones que podía tener ahora Orlando sobre mi.
Me llevó a mi casa y al día siguiente no hubo ni llamados ni mensajes de texto. Nada. El vacío de siempre.
Llamé por teléfono a Marianela para contarle lo que había pasado.
- Te juro que casi accedo Mari, estuve a punto! Pero no sé, no me animé. ¿Por qué soy tan boluda?
- Diosa. - me dijo después de romper su silencio de varios minutos mientras me escuchaba. - Te tengo que decir algo, pero no se como te lo vas a tomar...
...y en ese momento el mundo se me derrumbó en mil pedazos.
lunes, 20 de septiembre de 2010
de Besos y Decepciones
Martín me desnudó con la boca, me hizo saber que los 14 años que me llevaba no eran en vano. Me hizo sentir deseo de que eso no terminara ahí, de que todo se me fuera de las manos en ese instante y no pueda controlar lo que mi cabeza me decía.
- Ah bueno pendeja me mataste! - interrumpió. - ¡Qué lindo que besas!
Lo miré y sin responder volví a besarlo. Lo hice a propósito, quería generarle adicción.
- Te juro que no se si voy a poder aguantarme de que sea solo esto. - me dijo, y por primera vez sentí temor. Yo me estaba haciendo la superada que podía manejar la situación, y la realidad era que si me dejaba apurar un poco, en seguida iba a irme al mazo. Por eso no debía dejarlo reaccionar.
- Entonces no Martín! - le dije interrumpiendo sus besos.
- ¿Por?
- Porque no. Vivimos dos vidas completamente diferentes. Aunque nos llevemos genial, vos tenés tu novia y yo quiero disfrutar de mi libertad. Vos tenes 15 años mas que yo y buscás ciertas cosas que son distintas a las que busco yo con mis 20 años. Entendés lo que te digo? Por eso tampoco quería llegar a esto, no me gusta quedar como una histérica.
- No te preocupes Diosa, no lo sos. Fui yo el que insistí. No vamos a hacer nada que vos no quieras. - Y sonríendome después de la frase mas trillada que pudo haber dicho, volvió a traerme hacia él para besarme. No pude resistirme y me dejé llevar de nuevo. Pero al rato un ruido nos interrumpió. Por suerte era una falsa alarma. - No podés matarme tanto con esos besos. - volvió a decirme. - De verdad me cuesta resistirme.
Fue entonces cuando reaccioné.
- Entonces terminemos acá.
Me alejé y empecé a caminar despacio hacia la facultad. Martín me siguió unos pasos detrás.
- Diosa, no hace falta que contemos nada de todo esto, no? - ¡Otra vez lo mismo! ¿Qué le pasaba a los hombres que no se hacen cargo de lo que hacen? Primero Orlando, ahora Martín...
- No te preocupes. De la misma manera que nadie sabe lo de Orla, tampoco van a saber esto. - hice una pausa y luego me reí. - ¡Jaja! Yo también me meto con cada uno! Todos ennoviados...
- Jaja, no dramaticemos. Hay que hacer lo que sale.
- Si, seguro....
Llegamos al quiosco y Martín entró a comprar la bendita plasticola. Preferimos volver por separado asique mientras fui hasta la facultad a juntarme con el resto.
- ¿Dónde estabas? - me preguntó Marianela apenas me vió. - Te estábamos esperando!!
- En el quiosco. - dije seca mientras abría los ojos grandes, señal de que dejara de interrogarme. Los demás no acotaron nada, pero yo estaba tan perseguida que sentía sus miradas acusadoras sobre mi nuca.
Al rato nos fuimos cada uno a su casa. En el camino les conté como pude a las chicas lo que había pasado y no podían creerlo.
- Sos una hija de puta, Diosa! Con todas las letras! - gritaba Yanina emocionada. - ¡¡Y vos decías que Martín era un amor imposible!!
- Estoy tan asombrada como vos Yani!
- Vos si que tenés suerte! - comentaba Mari.
- Igual, te digo - acotó Yanina. - Ojo! Porque este tipo no tiene 5 años. Hoy se conformó con un beso, pero no creo que la próxima pase lo mismo...
- Yani, dudo demasiado que haya "próxima".
- No seas ingenua! Si hay una, hay dos.
- Ojalá! Aunque ya saben, yo no podría estar con él. No es un tipo que fuera a bancarse ser el primero...
- Y no sé. Ultimamente nos llevamos cada sorpresa...no?
De todas maneras, no quería hacerme problema pensando en el futuro. Yo estaba feliz sabiendo que en menos de 10 días, había conseguido a los dos hombres que me parecían mas improbables en toda esta historia. Y aunque no volviera a pasar nada nunca más, ¿quién iba a quitarme lo bailado? Ese sabor de la victoria, de haber conseguido la figurita difícil del álbum.
Pero mi alegría poco iba a durar. Al día siguiente decretaron el cierre de la facultad a causa de todo el problema que causó a Gripe A. Si recuerdan en el invierno del año pasado, aconsejaban que te quedes empollando en tu casa hasta quedar gordo como un chancho y ya no distinguir quién estaba infectado y quién no. Entonces, para no ser menos, cerraron la facu y terminamos las cursadas a distancia. Mi desgracia sería, no volver a ver a Martín hasta el próximo cuatrimestre. No poder saber que impresión había tenido después del mítico beso.
Solo pude cruzarlo, cuando yo salía de un final y él entraba en otro. Me hizo un gesto preguntándome como me había ido y si ya me iba. Le respondí que bien, y que aprovechaba que Marcelo me llevaba a mi casa en auto. Me tiró un beso y una sonrisa que me hizo derretir.
- ¿Qué onda ahí? - me preguntó Marce en el viaje.
- ¿Ahí dónde?
- Dale tonta! Con Tincho!
- Nada! - pero mi sonrisa me delató.
- Jajaja, no te puedo creer!!
Pero de todas maneras negué todo lo que me preguntó y el dejó de insistir. Prometí no decir nada, y eso haría...aunque me moría de ganas de gritarlo. ¿Cuánto me duraría la buena conducta?
Mi vida siguió normal, encerrada en casa a causa de que todo estaba cerrado y la gente se perseguía por las calles cubriéndose con barbijos y cosas por el estilo. Crow's cerró un fin de semana para acatar las normas municipales, pero al siguiente volvió a abrir. De todas maneras, me quedé en casa porque tenía leves sintómas de resfrío y buen...yo también estaba paranoica. Quién si salió fue Marianela con unas amigas. Al otro día nos mensajeamos.
Mensaje de LaDiosa:
"¿Y? ¿Cómo estuvo Crow's? ¿Me extrañaron?"
Mensaje de Marianela:
"Mucho! Estaba lleno de gente! Muy bueno todo, muchos conocidos también"
Mensaje de LaDiosa:
"¿Algo interesante para contar? ¿O lo de siempre?"
Mensaje de Marianela:
"Normal. Ah, si. Estaba Gabriel, el amigo de Germán. ¡¡Adiviná que!!"
Si, confieso que intuí la respuesta, pero preferí leerlo con mis propios ojos.
Mensaje de LaDiosa:
"No sé...contame!"
Mensaje de Marianela:
"Estuvimos!! ¡¡Qué lindo que es!!"
En ese momento tuve ganas de meterme por el celular y estrolarla. ¡Mi mejor amiga había estado con el chico que sabía que me gustaba!.
Mensaje de LaDiosa:
"Si, hace mas de 5 años que sé que es lindo, Mari"
Mensaje de Marianela:
"Ay, no te va a molestar, no? Tampoco es que estuve con Facu..."
Mensaje de LaDiosa:
"No te preocupes que si pasaba eso ni te estaría contestando"
Ok, no estaba enamorada de Gabriel ni mucho menos. Pero hacía años que estaba esperando que se de esta oportunidad que se me daba ahora. Y por mas que el beso es de a dos y ella no lo violó contra una pared, para mi era lo mismo. Lo sentí como una traición.
Obviamente dejé pasarlo, mi amistad con Marianela pesaba mucho mas que cualquier flaco...
...sin embargo, esa sería la primer decepción de muchas otras.
- Ah bueno pendeja me mataste! - interrumpió. - ¡Qué lindo que besas!
Lo miré y sin responder volví a besarlo. Lo hice a propósito, quería generarle adicción.
- Te juro que no se si voy a poder aguantarme de que sea solo esto. - me dijo, y por primera vez sentí temor. Yo me estaba haciendo la superada que podía manejar la situación, y la realidad era que si me dejaba apurar un poco, en seguida iba a irme al mazo. Por eso no debía dejarlo reaccionar.
- Entonces no Martín! - le dije interrumpiendo sus besos.
- ¿Por?
- Porque no. Vivimos dos vidas completamente diferentes. Aunque nos llevemos genial, vos tenés tu novia y yo quiero disfrutar de mi libertad. Vos tenes 15 años mas que yo y buscás ciertas cosas que son distintas a las que busco yo con mis 20 años. Entendés lo que te digo? Por eso tampoco quería llegar a esto, no me gusta quedar como una histérica.
- No te preocupes Diosa, no lo sos. Fui yo el que insistí. No vamos a hacer nada que vos no quieras. - Y sonríendome después de la frase mas trillada que pudo haber dicho, volvió a traerme hacia él para besarme. No pude resistirme y me dejé llevar de nuevo. Pero al rato un ruido nos interrumpió. Por suerte era una falsa alarma. - No podés matarme tanto con esos besos. - volvió a decirme. - De verdad me cuesta resistirme.
Fue entonces cuando reaccioné.
- Entonces terminemos acá.
Me alejé y empecé a caminar despacio hacia la facultad. Martín me siguió unos pasos detrás.
- Diosa, no hace falta que contemos nada de todo esto, no? - ¡Otra vez lo mismo! ¿Qué le pasaba a los hombres que no se hacen cargo de lo que hacen? Primero Orlando, ahora Martín...
- No te preocupes. De la misma manera que nadie sabe lo de Orla, tampoco van a saber esto. - hice una pausa y luego me reí. - ¡Jaja! Yo también me meto con cada uno! Todos ennoviados...
- Jaja, no dramaticemos. Hay que hacer lo que sale.
- Si, seguro....
Llegamos al quiosco y Martín entró a comprar la bendita plasticola. Preferimos volver por separado asique mientras fui hasta la facultad a juntarme con el resto.
- ¿Dónde estabas? - me preguntó Marianela apenas me vió. - Te estábamos esperando!!
- En el quiosco. - dije seca mientras abría los ojos grandes, señal de que dejara de interrogarme. Los demás no acotaron nada, pero yo estaba tan perseguida que sentía sus miradas acusadoras sobre mi nuca.
Al rato nos fuimos cada uno a su casa. En el camino les conté como pude a las chicas lo que había pasado y no podían creerlo.
- Sos una hija de puta, Diosa! Con todas las letras! - gritaba Yanina emocionada. - ¡¡Y vos decías que Martín era un amor imposible!!
- Estoy tan asombrada como vos Yani!
- Vos si que tenés suerte! - comentaba Mari.
- Igual, te digo - acotó Yanina. - Ojo! Porque este tipo no tiene 5 años. Hoy se conformó con un beso, pero no creo que la próxima pase lo mismo...
- Yani, dudo demasiado que haya "próxima".
- No seas ingenua! Si hay una, hay dos.
- Ojalá! Aunque ya saben, yo no podría estar con él. No es un tipo que fuera a bancarse ser el primero...
- Y no sé. Ultimamente nos llevamos cada sorpresa...no?
De todas maneras, no quería hacerme problema pensando en el futuro. Yo estaba feliz sabiendo que en menos de 10 días, había conseguido a los dos hombres que me parecían mas improbables en toda esta historia. Y aunque no volviera a pasar nada nunca más, ¿quién iba a quitarme lo bailado? Ese sabor de la victoria, de haber conseguido la figurita difícil del álbum.
Pero mi alegría poco iba a durar. Al día siguiente decretaron el cierre de la facultad a causa de todo el problema que causó a Gripe A. Si recuerdan en el invierno del año pasado, aconsejaban que te quedes empollando en tu casa hasta quedar gordo como un chancho y ya no distinguir quién estaba infectado y quién no. Entonces, para no ser menos, cerraron la facu y terminamos las cursadas a distancia. Mi desgracia sería, no volver a ver a Martín hasta el próximo cuatrimestre. No poder saber que impresión había tenido después del mítico beso.
Solo pude cruzarlo, cuando yo salía de un final y él entraba en otro. Me hizo un gesto preguntándome como me había ido y si ya me iba. Le respondí que bien, y que aprovechaba que Marcelo me llevaba a mi casa en auto. Me tiró un beso y una sonrisa que me hizo derretir.
- ¿Qué onda ahí? - me preguntó Marce en el viaje.
- ¿Ahí dónde?
- Dale tonta! Con Tincho!
- Nada! - pero mi sonrisa me delató.
- Jajaja, no te puedo creer!!
Pero de todas maneras negué todo lo que me preguntó y el dejó de insistir. Prometí no decir nada, y eso haría...aunque me moría de ganas de gritarlo. ¿Cuánto me duraría la buena conducta?
Mi vida siguió normal, encerrada en casa a causa de que todo estaba cerrado y la gente se perseguía por las calles cubriéndose con barbijos y cosas por el estilo. Crow's cerró un fin de semana para acatar las normas municipales, pero al siguiente volvió a abrir. De todas maneras, me quedé en casa porque tenía leves sintómas de resfrío y buen...yo también estaba paranoica. Quién si salió fue Marianela con unas amigas. Al otro día nos mensajeamos.
Mensaje de LaDiosa:
"¿Y? ¿Cómo estuvo Crow's? ¿Me extrañaron?"
Mensaje de Marianela:
"Mucho! Estaba lleno de gente! Muy bueno todo, muchos conocidos también"
Mensaje de LaDiosa:
"¿Algo interesante para contar? ¿O lo de siempre?"
Mensaje de Marianela:
"Normal. Ah, si. Estaba Gabriel, el amigo de Germán. ¡¡Adiviná que!!"
Si, confieso que intuí la respuesta, pero preferí leerlo con mis propios ojos.
Mensaje de LaDiosa:
"No sé...contame!"
Mensaje de Marianela:
"Estuvimos!! ¡¡Qué lindo que es!!"
En ese momento tuve ganas de meterme por el celular y estrolarla. ¡Mi mejor amiga había estado con el chico que sabía que me gustaba!.
Mensaje de LaDiosa:
"Si, hace mas de 5 años que sé que es lindo, Mari"
Mensaje de Marianela:
"Ay, no te va a molestar, no? Tampoco es que estuve con Facu..."
Mensaje de LaDiosa:
"No te preocupes que si pasaba eso ni te estaría contestando"
Ok, no estaba enamorada de Gabriel ni mucho menos. Pero hacía años que estaba esperando que se de esta oportunidad que se me daba ahora. Y por mas que el beso es de a dos y ella no lo violó contra una pared, para mi era lo mismo. Lo sentí como una traición.
Obviamente dejé pasarlo, mi amistad con Marianela pesaba mucho mas que cualquier flaco...
...sin embargo, esa sería la primer decepción de muchas otras.
lunes, 13 de septiembre de 2010
Las cosas como son
- ¡¿Qué hago?!
Esa fue la pregunta que me hice durante todo el día pero que nunca tuvo respuesta.
- Quizás se olvide...pero si no lo hace, ¿qué le digo?
- No sé! Mirá lo que preguntás - me decía Marianela. - Dejame estudiar que estamos en el horno con Campo, y eso es mas importante.
Me hundí en el asiento del colectivo y guardé los apuntes en la cartera. Definitivamente era imposible repasar algo con mi grado de nerviosismo.
- No te preocupes, Diosa. Con lo del parcial no va a haber chance de que te diga nada... - me tranquilizó Yanina.
- Eso! Por eso, decime: ¿Qué es una métrica de calidad? - me miró fijo Mari. Obviamente no sabía la respuesta. No le contesté y agarré los apuntes de nuevo. El resto del viaje me mantuve callada.
Llegamos y nos sentamos entre medio de los chicos para intercambiar posibles preguntas y respuestas. Mi corazón se paralizó cuando vi llegar a Martín, pero para mi tranquilidad, se sentó como el resto y empezó a repasar.
- Chicos, nos mudamos a un aula del segundo piso así estamos más cómodos para el parcial. - anunció el profesor. Me paré y agarré mis cosas mientras me quejaba de que no sabía nada. Estaba por entrar al salón cuando Martín me miró fijo.
- A la salida tenemos que hablar. Ni te pienses de que me olvidé lo de ayer... - sentenció abriendo sus ojos celestes y entró con el resto. ¿Cómo iba a arreglarme para hacer un parcial después de semejate situación?
Nos acomodamos y el profesor repartió las hojas: 30 preguntas y un ejercicio práctico. Y yo ya había perdido toda mi capacidad de concentración.
Después de una hora de parcial, algunos chicos empezaron a entregar el examen, sin contar a todos aquellos que ni siquiera se habían sentado a hacerlo. Martín salió del aula luego de un rato y se quedó hablando en el pasillo con los demás. Por la ventana yo veía como gesticulaba y de reojo me controloba a mi.
Luego de contestar la última pregunta, miré hacia afuera y Martín me hizo un gesto que no entendí pero a mi me dio miedo y volví a mirar mi hoja. Entonces hice lo que nunca: revisé todo el examen. Y cuando terminé, volví a remarcar las respuestas. Busqué cualquier excusa para quedarme ahí sentada haciendo tiempo, hasta que el profesor pidió que entregáramos las hojas. Me paré y salí del aula. En seguida me acerqué apurada a las chicas y les pedí si me acompañaban al baño.
- ¿¡Qué hago?! - casi grité cerrando la puerta.
- ¿Otra vez con lo mismo? - se fastidió Marianela.
- Si, y ahora no tenés excusa de que tenés que estudiar nena! ¿Me pueden ayudar?
- Es que no sé que decirte Diosa. ¿Le vas a decir que te gusta?
- No sé!!!! Ay, juro que no sé que hacer!!! Tengo miedo!!! Lo miro y me encanta, me mueve hasta el último pelo del cuerpo!!! Pero al mismo tiempo sé que es alguien super imposible para mi....
Marianela abrió los ojos y se acercó a la puerta. La abrió un poco y se asomó. En seguida volvió a mirarme y la cerró.
- ¿¿Qué pasó?? - pregunté nerviosa.
- Martín! Estaba en el baño de al lado, recién salió. ¿Habrá escuchado?
Yo estaba peor que antes. Salimos al pasillo y nos juntamos con el resto. Martín hablaba con Tomás del examen y yo me acerqué a Emiliano para parecer natural.
- Diosa! - me dijo de repente. - ¿Me acompañás al quiosco?
Lo miré y dudé. Eramos 15 y me estaba diciendo especialmente a mi si lo acompañaba. Igual acepté, bien suicida.
- Tengo que comprar una plasticola y sino después me olvido. Aparte nosotros tenemos que hablar... - dijo mientras bajabamos las escaleras.
- Veo que no te olvidaste...
- Obvio que no, me quedó la duda desde ayer!
- Igual no voy a decirte nada...
- Otra vez con eso? Dale, habíamos quedado en que hoy si. - llegamos a la puerta del quiosco, pero jamás entramos y la plasticola jamás se compró. Nos quedamos ahí paraditos hablando.
- Bueno, yo había quedado en que la que te gusta está entre Mari, Yani, la mina de los lunes, la que no conozco y yo, no?
- Si, y yo había quedado que estaba entre Marce, Lucas, Tony, Horacio y yo. Empezá vos, asi no arrugás.
- mmmmm, a ver....esa que no conozco no es, no?
- No, no es. No es mi tipo. Ahora me toca a mi. Y con esta estoy seguro que gano. Pero no me vengas con que no me querés decir la verdad eh!
Apreté los dientes y le dije que iba a decirle la verdad. Me estaba embarcando en un viaje que no estaba segura de querer hacer.
- Estoy segurísimo que es Marce.
Ahí mismo empecé a reirme, un poco de nervios, otro poco de alivio.
- Jajaja, nada que ver! Marce es mi amigo
- ¿No? Pero es re fachero, tiene onda. No sé, como están siempre juntos pensé que era él.
- Si, estamos juntos porque nos llevamos bien, y es verdad que es lindo, no te voy a mentir, pero siempre lo vi como mi amigo, nada mas...
- Entonces me cagaste, ahora no sé quién es.
- Ahh, no sé! Ahora me toca a mi. A ver...Yo me la juego! ¿Está entre nosotras tres, no?
- Jaja, mirá como despachaste a la otra! Si, acertaste. Me estás cagando Diosa! - reimos. - Dejame pensar. Si no es Marce, tiene que ser Luquitas. Porque Tony no es tu perfil, no?
- mmmmm no! Tampoco es Lucas y mucho menos Tony!
- Boluda me mataste! No me digas que es Horacio! No, no puede ser...Yo estaba re seguro que era Marce y me re cagaste pero mal!
- No sé, ahora me toca a mi. Está entre nosotras tres dijiste...mmmm...no tengo idea, pero me la juego. ¿Yanina?
- No. Una copada la flaca, pero ni ahí.
- Ooops, ¿entonces es Marianela? - dije con cara de asombro, aunque en realidad temía la respuesta.
- No, tampoco.
- Pero es que no queda nadie mas...
Silencio incómodo. En realidad ambos ya sabíamos la respuesta.
- ¿Yo? - me atreví a decir casi por un impulso.
- Si bolas! ¿No te habías dado cuenta? - me sonrojé. - Yo no tengo problema de decírtelo. Me gustas vos. Pero igual esperá, porque ahora quiero saber yo. ¿Horacio? No creo que sea él, pero es el único que me queda.
- No, todo bien con el gordo, pero no me gusta.
- No queda nadie Diosa. Quedó yo también, pero ni en pedo soy...
- Si. - lo interrumpí. Cuando oí mis palabras me detuve, pero ya era tarde. - Sos vos.
- Naaah, en serio? No te puedo creer!
- Dale, ahora no me vengas a decir que no te habías dado cuenta. ¿Por qué iba a darte tanta vuelta sino?
- Mirá vos que loco! - decía mientras se rascaba la cabeza como pensando. En ese momento, entró al quiosco Orlando. Nos miró pero no pronunció palabra y desapareció detrás de la puerta. Era el condimento que necesitaba para ponerme mas nerviosa. Acababa de decirle a Martín que me gustaba y él a mi. ¿Y ahora de que me disfrazaba?
- Te voy a ser sincero. - me dijo.- Me pareces una mina genial, divertida, muy linda...me gustás. Pero vos sabés que yo tengo mi vida.
- Martín, - lo interrumpí mirándolo fijo. - No hace falta que me lo aclares. Yo te dije antes de que empezara toda la adivinanza de que ese "alguien" era algo más platónico que otra cosa. Yo sé perfectamente como es la situación y no es que pretenda nada, simplemente te conté algo que me pasaba...
- Está perfecto Diosa, por eso yo también te lo dije, porque es algo que me pasa y no me gusta guardarmelo, mas si nos llevamos bien y lo podemos hablar.
- Estoy de acuerdo con eso.
- Quiero que sepas que si yo no estuviera de novio, nosotros ahora no estaríamos hablando...yo ya te hubiera encarado hace rato y la parte de la charla la pasabamos por alto!
- Jajaja! Tonto! - comenté volviéndome a poner colorada. - En serio, quiero que sepas que tengo mas que claro eso.
- Ya lo sé....pero ahora decime, si yo no tuviera novia, ¿qué te gustaría que surja de todo esto?
- No sé Martín. - dudé.- Tu novia está, es difícil imaginar que no. Además de eso, tenemos otras barreras.
- Bueno, pero suponiendo, quiero que me lo digas.
- ¿Para qué? Si igual no se puede...
- Ok, y con esta realidad que tenemos...¿qué te gustaría?
Mi cabeza me decía en rojo, gigante y con luces intermitentes que esto era peligroso. Lo que hubiera dado por tener el control remoto de Adam Sandler y poner pausa para pensar las respuestas!!
- No entiendo Martín, ¿a qué te referís?
- Claro, que te gustaría. Capaz me decís "nada flaco, no te pienses cualqueira", capaz te gustaría un beso, capaz algo más...eso.
- No sé si serviría ese "algo mas"....creo que es al pedo enroscarnos, no te parece?
- Totalmente Diosa, pero quería saber que pensabas vos. La verdad es que yo con mi novia estoy muy bien y no me gustaría cagarla. No se lo merece.
- Creo que es lo mejor.
- Si, obvio.
De nuevo una pausa. Yo miraba los autos pasar mientras sentía su mirada encima mio.
- Diosa. - dijo por fin. - La verdad es que ahora que sé esto no me puedo quedar así.
- ¿Qué querés decir con eso?
- Qué me dan ganas de darte un beso, eso.
- Jajaja ¿¿acá??
- No, bueno, vamos acá a la vuelta. ¿Te parece?
Lo miré y no pude responder. Solamente asentí con la cabeza. Miramos en sentido a la facultad y nadie salía. Empezo a caminar y doblamos en la esquina. Seguimos caminando en silencio hasta llegar a la otra punta de la cuadra, dónde estaba oscuro y vacío. Nos frenamos y nos pusimos frente a frente.
- ¡Qué loco todo esto!
- Muy. Ay, por dios que no pase nadie! - dije mirando para todos lados. Pasaban muchos autos, y como el estacionamiento de la facultad daba a esa calle, era probable que algún compañero nos viera al salir.
- No pasa nada. - me dijo. Cuando me volví a mirarlo Martín se me acercó agarrándome la cara con las manos. Y ahí nomás me besó...
...Martín me dió el mejor beso que recibí en mi vida.
Esa fue la pregunta que me hice durante todo el día pero que nunca tuvo respuesta.
- Quizás se olvide...pero si no lo hace, ¿qué le digo?
- No sé! Mirá lo que preguntás - me decía Marianela. - Dejame estudiar que estamos en el horno con Campo, y eso es mas importante.
Me hundí en el asiento del colectivo y guardé los apuntes en la cartera. Definitivamente era imposible repasar algo con mi grado de nerviosismo.
- No te preocupes, Diosa. Con lo del parcial no va a haber chance de que te diga nada... - me tranquilizó Yanina.
- Eso! Por eso, decime: ¿Qué es una métrica de calidad? - me miró fijo Mari. Obviamente no sabía la respuesta. No le contesté y agarré los apuntes de nuevo. El resto del viaje me mantuve callada.
Llegamos y nos sentamos entre medio de los chicos para intercambiar posibles preguntas y respuestas. Mi corazón se paralizó cuando vi llegar a Martín, pero para mi tranquilidad, se sentó como el resto y empezó a repasar.
- Chicos, nos mudamos a un aula del segundo piso así estamos más cómodos para el parcial. - anunció el profesor. Me paré y agarré mis cosas mientras me quejaba de que no sabía nada. Estaba por entrar al salón cuando Martín me miró fijo.
- A la salida tenemos que hablar. Ni te pienses de que me olvidé lo de ayer... - sentenció abriendo sus ojos celestes y entró con el resto. ¿Cómo iba a arreglarme para hacer un parcial después de semejate situación?
Nos acomodamos y el profesor repartió las hojas: 30 preguntas y un ejercicio práctico. Y yo ya había perdido toda mi capacidad de concentración.
Después de una hora de parcial, algunos chicos empezaron a entregar el examen, sin contar a todos aquellos que ni siquiera se habían sentado a hacerlo. Martín salió del aula luego de un rato y se quedó hablando en el pasillo con los demás. Por la ventana yo veía como gesticulaba y de reojo me controloba a mi.
Luego de contestar la última pregunta, miré hacia afuera y Martín me hizo un gesto que no entendí pero a mi me dio miedo y volví a mirar mi hoja. Entonces hice lo que nunca: revisé todo el examen. Y cuando terminé, volví a remarcar las respuestas. Busqué cualquier excusa para quedarme ahí sentada haciendo tiempo, hasta que el profesor pidió que entregáramos las hojas. Me paré y salí del aula. En seguida me acerqué apurada a las chicas y les pedí si me acompañaban al baño.
- ¿¡Qué hago?! - casi grité cerrando la puerta.
- ¿Otra vez con lo mismo? - se fastidió Marianela.
- Si, y ahora no tenés excusa de que tenés que estudiar nena! ¿Me pueden ayudar?
- Es que no sé que decirte Diosa. ¿Le vas a decir que te gusta?
- No sé!!!! Ay, juro que no sé que hacer!!! Tengo miedo!!! Lo miro y me encanta, me mueve hasta el último pelo del cuerpo!!! Pero al mismo tiempo sé que es alguien super imposible para mi....
Marianela abrió los ojos y se acercó a la puerta. La abrió un poco y se asomó. En seguida volvió a mirarme y la cerró.
- ¿¿Qué pasó?? - pregunté nerviosa.
- Martín! Estaba en el baño de al lado, recién salió. ¿Habrá escuchado?
Yo estaba peor que antes. Salimos al pasillo y nos juntamos con el resto. Martín hablaba con Tomás del examen y yo me acerqué a Emiliano para parecer natural.
- Diosa! - me dijo de repente. - ¿Me acompañás al quiosco?
Lo miré y dudé. Eramos 15 y me estaba diciendo especialmente a mi si lo acompañaba. Igual acepté, bien suicida.
- Tengo que comprar una plasticola y sino después me olvido. Aparte nosotros tenemos que hablar... - dijo mientras bajabamos las escaleras.
- Veo que no te olvidaste...
- Obvio que no, me quedó la duda desde ayer!
- Igual no voy a decirte nada...
- Otra vez con eso? Dale, habíamos quedado en que hoy si. - llegamos a la puerta del quiosco, pero jamás entramos y la plasticola jamás se compró. Nos quedamos ahí paraditos hablando.
- Bueno, yo había quedado en que la que te gusta está entre Mari, Yani, la mina de los lunes, la que no conozco y yo, no?
- Si, y yo había quedado que estaba entre Marce, Lucas, Tony, Horacio y yo. Empezá vos, asi no arrugás.
- mmmmm, a ver....esa que no conozco no es, no?
- No, no es. No es mi tipo. Ahora me toca a mi. Y con esta estoy seguro que gano. Pero no me vengas con que no me querés decir la verdad eh!
Apreté los dientes y le dije que iba a decirle la verdad. Me estaba embarcando en un viaje que no estaba segura de querer hacer.
- Estoy segurísimo que es Marce.
Ahí mismo empecé a reirme, un poco de nervios, otro poco de alivio.
- Jajaja, nada que ver! Marce es mi amigo
- ¿No? Pero es re fachero, tiene onda. No sé, como están siempre juntos pensé que era él.
- Si, estamos juntos porque nos llevamos bien, y es verdad que es lindo, no te voy a mentir, pero siempre lo vi como mi amigo, nada mas...
- Entonces me cagaste, ahora no sé quién es.
- Ahh, no sé! Ahora me toca a mi. A ver...Yo me la juego! ¿Está entre nosotras tres, no?
- Jaja, mirá como despachaste a la otra! Si, acertaste. Me estás cagando Diosa! - reimos. - Dejame pensar. Si no es Marce, tiene que ser Luquitas. Porque Tony no es tu perfil, no?
- mmmmm no! Tampoco es Lucas y mucho menos Tony!
- Boluda me mataste! No me digas que es Horacio! No, no puede ser...Yo estaba re seguro que era Marce y me re cagaste pero mal!
- No sé, ahora me toca a mi. Está entre nosotras tres dijiste...mmmm...no tengo idea, pero me la juego. ¿Yanina?
- No. Una copada la flaca, pero ni ahí.
- Ooops, ¿entonces es Marianela? - dije con cara de asombro, aunque en realidad temía la respuesta.
- No, tampoco.
- Pero es que no queda nadie mas...
Silencio incómodo. En realidad ambos ya sabíamos la respuesta.
- ¿Yo? - me atreví a decir casi por un impulso.
- Si bolas! ¿No te habías dado cuenta? - me sonrojé. - Yo no tengo problema de decírtelo. Me gustas vos. Pero igual esperá, porque ahora quiero saber yo. ¿Horacio? No creo que sea él, pero es el único que me queda.
- No, todo bien con el gordo, pero no me gusta.
- No queda nadie Diosa. Quedó yo también, pero ni en pedo soy...
- Si. - lo interrumpí. Cuando oí mis palabras me detuve, pero ya era tarde. - Sos vos.
- Naaah, en serio? No te puedo creer!
- Dale, ahora no me vengas a decir que no te habías dado cuenta. ¿Por qué iba a darte tanta vuelta sino?
- Mirá vos que loco! - decía mientras se rascaba la cabeza como pensando. En ese momento, entró al quiosco Orlando. Nos miró pero no pronunció palabra y desapareció detrás de la puerta. Era el condimento que necesitaba para ponerme mas nerviosa. Acababa de decirle a Martín que me gustaba y él a mi. ¿Y ahora de que me disfrazaba?
- Te voy a ser sincero. - me dijo.- Me pareces una mina genial, divertida, muy linda...me gustás. Pero vos sabés que yo tengo mi vida.
- Martín, - lo interrumpí mirándolo fijo. - No hace falta que me lo aclares. Yo te dije antes de que empezara toda la adivinanza de que ese "alguien" era algo más platónico que otra cosa. Yo sé perfectamente como es la situación y no es que pretenda nada, simplemente te conté algo que me pasaba...
- Está perfecto Diosa, por eso yo también te lo dije, porque es algo que me pasa y no me gusta guardarmelo, mas si nos llevamos bien y lo podemos hablar.
- Estoy de acuerdo con eso.
- Quiero que sepas que si yo no estuviera de novio, nosotros ahora no estaríamos hablando...yo ya te hubiera encarado hace rato y la parte de la charla la pasabamos por alto!
- Jajaja! Tonto! - comenté volviéndome a poner colorada. - En serio, quiero que sepas que tengo mas que claro eso.
- Ya lo sé....pero ahora decime, si yo no tuviera novia, ¿qué te gustaría que surja de todo esto?
- No sé Martín. - dudé.- Tu novia está, es difícil imaginar que no. Además de eso, tenemos otras barreras.
- Bueno, pero suponiendo, quiero que me lo digas.
- ¿Para qué? Si igual no se puede...
- Ok, y con esta realidad que tenemos...¿qué te gustaría?
Mi cabeza me decía en rojo, gigante y con luces intermitentes que esto era peligroso. Lo que hubiera dado por tener el control remoto de Adam Sandler y poner pausa para pensar las respuestas!!
- No entiendo Martín, ¿a qué te referís?
- Claro, que te gustaría. Capaz me decís "nada flaco, no te pienses cualqueira", capaz te gustaría un beso, capaz algo más...eso.
- No sé si serviría ese "algo mas"....creo que es al pedo enroscarnos, no te parece?
- Totalmente Diosa, pero quería saber que pensabas vos. La verdad es que yo con mi novia estoy muy bien y no me gustaría cagarla. No se lo merece.
- Creo que es lo mejor.
- Si, obvio.
De nuevo una pausa. Yo miraba los autos pasar mientras sentía su mirada encima mio.
- Diosa. - dijo por fin. - La verdad es que ahora que sé esto no me puedo quedar así.
- ¿Qué querés decir con eso?
- Qué me dan ganas de darte un beso, eso.
- Jajaja ¿¿acá??
- No, bueno, vamos acá a la vuelta. ¿Te parece?
Lo miré y no pude responder. Solamente asentí con la cabeza. Miramos en sentido a la facultad y nadie salía. Empezo a caminar y doblamos en la esquina. Seguimos caminando en silencio hasta llegar a la otra punta de la cuadra, dónde estaba oscuro y vacío. Nos frenamos y nos pusimos frente a frente.
- ¡Qué loco todo esto!
- Muy. Ay, por dios que no pase nadie! - dije mirando para todos lados. Pasaban muchos autos, y como el estacionamiento de la facultad daba a esa calle, era probable que algún compañero nos viera al salir.
- No pasa nada. - me dijo. Cuando me volví a mirarlo Martín se me acercó agarrándome la cara con las manos. Y ahí nomás me besó...
...Martín me dió el mejor beso que recibí en mi vida.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Honestidad brutal
Por primera vez en mucho tiempo, tenía varias razones para dejar de pensar un poco en Facundo. Y esas razones tenían nombre, apellido y perfume.
Una de ellas, era Enzo. Hacía días que había dejado de ser ese amigo consejero y confiable. Ultimamente cada cosa que le contaba le producía celos. Para él todos los "bananas" que me gustaban eran unos lentos que dormían. "El día que yo te agarre no te olvidás nunca mas en tu vida", me decía. Aseguraba que no me iba a perdonar, asique que me preparara. Eso me producía nervios, ganas, curiosidad y hasta adrenalina. Sobre todo, porque teniendo en cuenta que Enzo sabía muchas cosas de mi, el hecho de que quisiera algo conmigo me daba confianza.
Por otro lado, Orlando me había tomado por sorpresa. Después de la escena en mi casa, no volvió a insinuarse y la relación en la facultad era mas que cordial. No había chance de que nadie (excepto las chicas) se dieran cuenta algo de lo que había sucedido. Sabía que eso iba a pasar, como también sabía que no iba a pelearse con la novia. Ese momento quedó en el pasado y si bien lo inesperado podía volver a suceder, prefería tomarlo como algo improbable.
La novedad era Gabriel. Después de ése sábado que tuve que rechazarlo volví a cruzarlo una vez más. Parecía que las cosas se daban naturalmente, y si bien era extraño después de tantos años de conocernos, era como si por fin podíamos dejar llevar lo que antes estaba cautivo. Me daban ganas de apostar a él en cierto modo.
Pero el único que parecía no querer perder el tiempo era Martín. Cada vez que se me acercaba, cada vez que me miraba a los ojos, cada vez que me saludaba, a mi me temblaba el cuerpo, la voz, los pensamientos. Él me ponía nerviosa como nadie. Me bloqueaba, me hacía sentir chiquita. A pesar de eso, no tuve tiempo de acobardarme. Martín me hizo reaccionar a la fuerza...
- Che, vos no creés que a Mati le gusta Yanina? - me dijo un día mientras programábamos un ejercicio en clase. Él, sentado entre medio mio y de Marcelo, mirando un poco cada computadora.
- ¿Si? Ni idea, ¿por qué lo decís?
- No sé, por como la mira. Para mi que le re da.
- Puede ser...voy a prestar mas atención a ver si noto algo.
- ¿Ella tiene onda con él?
- Creo que no. A ella le gusta otro...
- Si, ya sé, no me digas nada. ¿Tomás, no? - me preguntó en voz baja, cosa casi imposible en él.
- Si! ¿Tanto se nota?
- Un poco. ¿Y a Mari quién le gusta?
- No te voy a decir!
- Dale, Diosa! ¿A quién le voy a contar? Además viste que no me llevo tanto con los chicos del otro grupo. Si vos me lo decís, te juro que de mi boca no sale...
- Te mato eh!! - hice una pausa y miré hacia ambos lados. Marcelo, lejos de programar, estaba entretenido buscando videos en You Tube. Martín se acercó para escuchar mejor y yo temblaba cada vez más. - Le gusta Emiliano.
- ¿Emi? Ay, si, me gusta para ella. Los dos medios calladitos, hacen linda pareja. ¿Y él que onda?
- Nada, por ahora nada. Pasa que tampoco lo sabe, asique...
- Ah está bien. Y no te preocupes Diosi, yo no digo nada!
- Mas te vale!!
- Che...y a vos? ¿Quién te gusta? - me preguntó queriendo sonar desinteresado. Era más que obvio que todo lo anterior era pura y exclusivamente para llegar a éste punto.
- Jajajaja! - reí nerviosa. - capaaaz que te digo!!
- No seas guacha!! Dale, decime! No le digo a nadie!
- No es cuestión de que lo digas o no! Es porque no quiero decirlo...
- Dale!! No tiene nada de malo que te guste un compañero.
Lo miré fijo y retruqué la apuesta. - ¿Quién te dijo que me gusta un compañero?
- Ah! Bueno, los que sean. Porque no me vas a decir que no te gusta ninguno.
- No, obvio que siempre hay.
- Y bueno, dale!! ¿Cuántos?
- Dos.
- Ah, está bien. ¿Y qué onda?
- Son dos cosas diferentes. ¿Cómo te explico?. Uno es algo muy platónico, nada concreto. Con el otro algo pasó, pero de todas maneras es también imposible.
- Eso es relativo, Diosa. Mas si ya pasó algo. Si los dos tienen ganas está perfecto.
- No todo es sencillo. Hay otras cosas en el medio a veces.
- ¿Qué cosas?. - se quedó pensando y le hice un gesto. - Ahh!! ¿Tiene novia?
- Claro.
- Bueno, igual nunca sabés Diosa. Ya hablamos de eso, es difícil. - hizo una pausa y en seguida agregó. - ¿Pero quién es?
- No puedo decirte.
- ¿Otra vez lo mismo? Bueno, de todas maneras no son muchos los que tienen novia. Matías, que queda totalmente descartado; Cristian, que si la novia se entera te espera a la salida con un cuchillo; Ariel y Orlando. ¿Está entre ellos dos, no? - Sorprendida por su capacidad de deducción, asentí. - Me la juego que es Orlando!
- Jajaja! - solté una carcajada. - ¡Te odio!
- Es fachero... - se dio vuelta a mirarlo y le pegué en el hombro para que se volviera.
- ¡Disimulá nene!
- Perdón! Tampoco seas así de perseguida, no pasa nada...
En ese momento el profesor nos ofreció hacer el recreo y vover a la media hora. Agarramos los abrigos y salimos. Martín no se me despegó en todo momento tratando de sacarme quién era la otra persona. Intentó todas las maneras: de mentira a verdad, multiple choice, descartando los improbables, etc. Pero no pudo sacarme siquiera un gesto de aprobación.
Volvimos al aula y se instaló en mi máquina. Mientras simulaba ayudarme, seguía con la inquisición.
- Dale, decime por favor!
- ¿Tanto te interesa saber?
- Si, me dejáste la intriga ahora...
- No vale! Al final yo me la paso hablando y contándote cosas y vos nada!
- Bueno, pero preguntame lo que quieras! Yo te contesto.
- Es que no tenés alguien que te guste...o si?
- No sé porque no debería tener a alguien.
- ¿Te gusta alguien de acá?
- Si.
- ¿Quién?
- Decime vos y yo te digo.
- No me vas a decir.
- Diosa, encima que estoy en inferioridad de condiciones, porque en toda la carrera, en los 5 años, en los dos turnos, como máximo debe de haber 5 mujeres. Y yo tengo que adivinar entre 300 tipos. Aparte de eso, no tengo problema en decírtelo. La que no lo va a decir sos vos.
- Ahora me diste intriga vos a mi, quiero saber!
- Vos me decís y yo te digo.
- ¡No! ¿Por qué primero yo?
- Bueno, hagamos una cosa. Vamos descartando, preguntamos una vez cada uno, hasta llegar al que tiene que ser. ¿Te parece?
- A ver, ¿cómo sería?
- Por ejemplo, yo te pregunto: ¿está en esta clase?. Respondeme.
- Si, está acá.
- Bueno, ahora me preguntas vos a mi. Algo que te ayude a darte cuenta.
Pensé en hacerle la misma pregunta, pero miré a mi al rededor y era la única mujer. Era una pregunta demasiado riesgosa, asique la cambié. Este juego me empezaba a gustar...
- ¿Cursa alguna materia con nosotros?
- Si.
- Igual no me aclaró demasiado. Seríamos: nosotras tres, la chica que viene los jueves, y la que viene a Campo, no?
- Si, y una que viene los lunes que vos no venís.
- Ok, tengo 5 personas...y vos 40! - me reí.
- No vale! A ver...está sentado en esta fila de computadoras?
Miré y sumaban 10 personas. Está bien, era un número aceptable.
- Si.
- Opa! Creo que ya sé. Tengo dos opciones posibles. ¿Arriesgamos?
- ¡No!
- ¡Qué cagona que sos!
Pero casi cortándonos la inspiración, el profesor dió por terminada la clase, y todos empezaron a guardar sus cosas y a dejar el aula. Debíamos darle un remate a la conversación.
- Bueno, dale, ahora o nunca. Vos me decís y yo te digo. - me apuró.
- Olvidate! - sentencié agarrando mi bolso y colgándolo de mi hombro dispuesta a huir.
- Hagamos una cosa. Pensalo hasta mañana, y terminamos la advinanza, dale?
- Mañana tenemos el parcial!
- No importa, a la salida. De mañana no pasas, me escuchaste? Me lo vas a decir...
- Jaja, como digas Martín! Me voy que me lleva Orlando en el auto.
- Ahhh, claro. ¡Ojito eh! - y agarrándome de los hombros me dió un beso casi en la comisura que me hizo derretir en muchas partecitas. - Chau nena.
- Chau. - me sonreí y desaparecí detrás de la puerta. No podía desdibujarme la sonrisa nerviosa...
...en menos de 24hs. debía enfrentarme a la verdad sin titubeos.
Una de ellas, era Enzo. Hacía días que había dejado de ser ese amigo consejero y confiable. Ultimamente cada cosa que le contaba le producía celos. Para él todos los "bananas" que me gustaban eran unos lentos que dormían. "El día que yo te agarre no te olvidás nunca mas en tu vida", me decía. Aseguraba que no me iba a perdonar, asique que me preparara. Eso me producía nervios, ganas, curiosidad y hasta adrenalina. Sobre todo, porque teniendo en cuenta que Enzo sabía muchas cosas de mi, el hecho de que quisiera algo conmigo me daba confianza.
Por otro lado, Orlando me había tomado por sorpresa. Después de la escena en mi casa, no volvió a insinuarse y la relación en la facultad era mas que cordial. No había chance de que nadie (excepto las chicas) se dieran cuenta algo de lo que había sucedido. Sabía que eso iba a pasar, como también sabía que no iba a pelearse con la novia. Ese momento quedó en el pasado y si bien lo inesperado podía volver a suceder, prefería tomarlo como algo improbable.
La novedad era Gabriel. Después de ése sábado que tuve que rechazarlo volví a cruzarlo una vez más. Parecía que las cosas se daban naturalmente, y si bien era extraño después de tantos años de conocernos, era como si por fin podíamos dejar llevar lo que antes estaba cautivo. Me daban ganas de apostar a él en cierto modo.
Pero el único que parecía no querer perder el tiempo era Martín. Cada vez que se me acercaba, cada vez que me miraba a los ojos, cada vez que me saludaba, a mi me temblaba el cuerpo, la voz, los pensamientos. Él me ponía nerviosa como nadie. Me bloqueaba, me hacía sentir chiquita. A pesar de eso, no tuve tiempo de acobardarme. Martín me hizo reaccionar a la fuerza...
- Che, vos no creés que a Mati le gusta Yanina? - me dijo un día mientras programábamos un ejercicio en clase. Él, sentado entre medio mio y de Marcelo, mirando un poco cada computadora.
- ¿Si? Ni idea, ¿por qué lo decís?
- No sé, por como la mira. Para mi que le re da.
- Puede ser...voy a prestar mas atención a ver si noto algo.
- ¿Ella tiene onda con él?
- Creo que no. A ella le gusta otro...
- Si, ya sé, no me digas nada. ¿Tomás, no? - me preguntó en voz baja, cosa casi imposible en él.
- Si! ¿Tanto se nota?
- Un poco. ¿Y a Mari quién le gusta?
- No te voy a decir!
- Dale, Diosa! ¿A quién le voy a contar? Además viste que no me llevo tanto con los chicos del otro grupo. Si vos me lo decís, te juro que de mi boca no sale...
- Te mato eh!! - hice una pausa y miré hacia ambos lados. Marcelo, lejos de programar, estaba entretenido buscando videos en You Tube. Martín se acercó para escuchar mejor y yo temblaba cada vez más. - Le gusta Emiliano.
- ¿Emi? Ay, si, me gusta para ella. Los dos medios calladitos, hacen linda pareja. ¿Y él que onda?
- Nada, por ahora nada. Pasa que tampoco lo sabe, asique...
- Ah está bien. Y no te preocupes Diosi, yo no digo nada!
- Mas te vale!!
- Che...y a vos? ¿Quién te gusta? - me preguntó queriendo sonar desinteresado. Era más que obvio que todo lo anterior era pura y exclusivamente para llegar a éste punto.
- Jajajaja! - reí nerviosa. - capaaaz que te digo!!
- No seas guacha!! Dale, decime! No le digo a nadie!
- No es cuestión de que lo digas o no! Es porque no quiero decirlo...
- Dale!! No tiene nada de malo que te guste un compañero.
Lo miré fijo y retruqué la apuesta. - ¿Quién te dijo que me gusta un compañero?
- Ah! Bueno, los que sean. Porque no me vas a decir que no te gusta ninguno.
- No, obvio que siempre hay.
- Y bueno, dale!! ¿Cuántos?
- Dos.
- Ah, está bien. ¿Y qué onda?
- Son dos cosas diferentes. ¿Cómo te explico?. Uno es algo muy platónico, nada concreto. Con el otro algo pasó, pero de todas maneras es también imposible.
- Eso es relativo, Diosa. Mas si ya pasó algo. Si los dos tienen ganas está perfecto.
- No todo es sencillo. Hay otras cosas en el medio a veces.
- ¿Qué cosas?. - se quedó pensando y le hice un gesto. - Ahh!! ¿Tiene novia?
- Claro.
- Bueno, igual nunca sabés Diosa. Ya hablamos de eso, es difícil. - hizo una pausa y en seguida agregó. - ¿Pero quién es?
- No puedo decirte.
- ¿Otra vez lo mismo? Bueno, de todas maneras no son muchos los que tienen novia. Matías, que queda totalmente descartado; Cristian, que si la novia se entera te espera a la salida con un cuchillo; Ariel y Orlando. ¿Está entre ellos dos, no? - Sorprendida por su capacidad de deducción, asentí. - Me la juego que es Orlando!
- Jajaja! - solté una carcajada. - ¡Te odio!
- Es fachero... - se dio vuelta a mirarlo y le pegué en el hombro para que se volviera.
- ¡Disimulá nene!
- Perdón! Tampoco seas así de perseguida, no pasa nada...
En ese momento el profesor nos ofreció hacer el recreo y vover a la media hora. Agarramos los abrigos y salimos. Martín no se me despegó en todo momento tratando de sacarme quién era la otra persona. Intentó todas las maneras: de mentira a verdad, multiple choice, descartando los improbables, etc. Pero no pudo sacarme siquiera un gesto de aprobación.
Volvimos al aula y se instaló en mi máquina. Mientras simulaba ayudarme, seguía con la inquisición.
- Dale, decime por favor!
- ¿Tanto te interesa saber?
- Si, me dejáste la intriga ahora...
- No vale! Al final yo me la paso hablando y contándote cosas y vos nada!
- Bueno, pero preguntame lo que quieras! Yo te contesto.
- Es que no tenés alguien que te guste...o si?
- No sé porque no debería tener a alguien.
- ¿Te gusta alguien de acá?
- Si.
- ¿Quién?
- Decime vos y yo te digo.
- No me vas a decir.
- Diosa, encima que estoy en inferioridad de condiciones, porque en toda la carrera, en los 5 años, en los dos turnos, como máximo debe de haber 5 mujeres. Y yo tengo que adivinar entre 300 tipos. Aparte de eso, no tengo problema en decírtelo. La que no lo va a decir sos vos.
- Ahora me diste intriga vos a mi, quiero saber!
- Vos me decís y yo te digo.
- ¡No! ¿Por qué primero yo?
- Bueno, hagamos una cosa. Vamos descartando, preguntamos una vez cada uno, hasta llegar al que tiene que ser. ¿Te parece?
- A ver, ¿cómo sería?
- Por ejemplo, yo te pregunto: ¿está en esta clase?. Respondeme.
- Si, está acá.
- Bueno, ahora me preguntas vos a mi. Algo que te ayude a darte cuenta.
Pensé en hacerle la misma pregunta, pero miré a mi al rededor y era la única mujer. Era una pregunta demasiado riesgosa, asique la cambié. Este juego me empezaba a gustar...
- ¿Cursa alguna materia con nosotros?
- Si.
- Igual no me aclaró demasiado. Seríamos: nosotras tres, la chica que viene los jueves, y la que viene a Campo, no?
- Si, y una que viene los lunes que vos no venís.
- Ok, tengo 5 personas...y vos 40! - me reí.
- No vale! A ver...está sentado en esta fila de computadoras?
Miré y sumaban 10 personas. Está bien, era un número aceptable.
- Si.
- Opa! Creo que ya sé. Tengo dos opciones posibles. ¿Arriesgamos?
- ¡No!
- ¡Qué cagona que sos!
Pero casi cortándonos la inspiración, el profesor dió por terminada la clase, y todos empezaron a guardar sus cosas y a dejar el aula. Debíamos darle un remate a la conversación.
- Bueno, dale, ahora o nunca. Vos me decís y yo te digo. - me apuró.
- Olvidate! - sentencié agarrando mi bolso y colgándolo de mi hombro dispuesta a huir.
- Hagamos una cosa. Pensalo hasta mañana, y terminamos la advinanza, dale?
- Mañana tenemos el parcial!
- No importa, a la salida. De mañana no pasas, me escuchaste? Me lo vas a decir...
- Jaja, como digas Martín! Me voy que me lleva Orlando en el auto.
- Ahhh, claro. ¡Ojito eh! - y agarrándome de los hombros me dió un beso casi en la comisura que me hizo derretir en muchas partecitas. - Chau nena.
- Chau. - me sonreí y desaparecí detrás de la puerta. No podía desdibujarme la sonrisa nerviosa...
...en menos de 24hs. debía enfrentarme a la verdad sin titubeos.
viernes, 27 de agosto de 2010
Fantasía o realidad
No sé si era el frío de Julio que corría en la cocina. Quizás la sorpresa que me produjo como se sucedieron los hechos. Pero la verdad era que yo estaba temblando mientras trataba de asimilar los besos de Orlando.
Intenté abstraerme del sonido de la pava silbando al café, pero eso me ponía mas nerviosa. Apoyada contra la mesada, sentía el cuerpo de la persona menos pensada. El sabor de lo inesperado, a veces es demasiado dulce como para asumirlo.
Cuando por fin nos separamos, sin decir nada pero con una sonrisa, giré en busca de la hornalla para apagarla. Agarré la pava y preparé el café.
- Tomá, llevá a la mesa de allá así nos sentamos. - le dije.
Medio tambaleante, volcó un poco de café en la bandeja. Eso me desmostró que aunque parecía estar bien, la graduación alcohólica en él era alta.
- De verdad no te diste cuenta? - me dijo mientras probábamos el café en silencio. Juro que nunca en mi vida prepraré un café tan asqueroso como ese día.
- ¿Qué no me dí cuenta de qué?
- De que me gustabas, y que vine a esto.
¿Era posible que esto me estuviera pasando? ¿O acaso ya me había acostado y no me había dado cuenta que todo era un sueño? Yo estaba demasiado acostumbrada a personas como Facundo que nunca jamás eran tan directos, y de golpe debía enfrentarme a algo que me tomaba por sorpresa.
- No, para nada...
- Diosa, vos sabés que yo tengo novia, no? - me dijo acercándose de nuevo a mi.
- Si, lo sé.
- ¿Y qué pensás?
- Yo no tengo nada para pensar. En todo caso, ese es un problema tuyo, no mio.
Pareció que esas eran exactas las palabras que él quería escuchar. Se estiró encima de la mesa y me volvió a besar. Con una parte de mi cerebro, pensaba en lo raro de la situación: siempre había visto a Orlando como mi héroe favorito, pero el hombre quizás menos alcanzable. Y con la otra parte, agudizaba el oído para asegurarme de que nadie bajara desde las habitaciones, ya que mi abuela suele levantarse muuuy temprano los domingos.
- Diosa - interrumpió de golpe. - ¿Yo te gusto?
Hice una risita y contesté. - ¿Y a vos que te parece?. - para luego, pararme de mi silla y avanzar hacia él. Me senté entre sus piernas y seguimos besándonos.
- Entonces vamos.
- ¿Eh? ¿A dónde? - pregunté inocente, sin entender.
- A otro lado, a desayunar no sé, pero salgamos de acá.
- No, ¿por qué?
- Porque si, no me siento cómodo estando acá. Mirá si viene tu vieja o algo y nos ven así! No da!
Entonces reaccioné.
- Mirá Orlando, si pretendés que nos vayamos para hacer otra cosa, estás muy equivocado...
- Diosa! - me interrumpió - No es lo que pensás, nada que ver. De verdad te digo que no estoy cómodo estando acá. Ponete en mi lugar.
Pero mas allá de que tenía razón, yo también sabía que acceder a salir de mi casa, me exponía a aceptar luego otras cosas que no estaba dispuesta a hacer.
- Entonces, si es como vos decís, quedate tranquilo que no va a bajar nadie todavía.
A pesar de mis palabras, Orlando seguía insistiendo en irnos a "Mac Donalds o cualquier otro lugar para desayunar". La verdad es que no le creí las buenas intenciones y no quería correr riesgos, pero no había nada que lo hiciera cambiar de idea. En seguida entendí su estrategia: me daba besos fogozos para que me enganchara, y cuando me tenía mas arriba que nunca frenaba para insistirme en irnos. De todos modos, él no me conocía: si en algo yo era experta, era en mantener mi temple.
- Dale, por favor Diosi! Un rato! Vamos con el auto y en seguida te traigo!
- No pierdas tiempo insistiendo en algo que no vas a conseguir - le repetía. Tanto fue su insistencia y mi resistencia, que el tiempo pasó y mi abuela se despertó como todos los domingos. Bajó al baño y tuve que presentarlos. Pero en cuanto cerró la puerta, Orlando siguió en búsqueda de cumplir la misión por la que había venido. Tratando de cortar de una vez la situación (mas allá de que no quería terminar sus besos), me paré y lo llevé al lado de la puerta, y de esa manera, salíamos de la visión de mi abuela.
- Dale, decile a tu abuela y vamos
- No Orla, terminala!! Andá a tu casa y otro día vemos!
- Bueno, como quieras. - dijo por fin. Me abrazó y me colgué de sus hombros a modo de despedida. Me levantó por los aires y me dijo: - Ahora te rapto y listo! - Pero perdió el equilibrio y terminamos cayéndonos al suelo. Entre risas, le pedí por última vez que se fuera. Abrí la puerta y lo despedí. El sol de la mañana me recordó que estaba despierta, que lo que acababa de suceder era cierto, y que el que me estaba despidiendo con un beso era Orlando.
Entré y les mandé un mensaje a las chicas contándoles todo. Obviamente a penas se despertaron me contestaron mas sorprendidas que yo, tanto, que Yanina me llamó para que le cuente los detalles.
A la noche, Orlando me habló por msn
Orla dice:
cómo me dejás manejar asi????
LaDiosa dice:
y buee, a dormir no te ibas a quedar!
Orla dice:
me levanté hace unos minutos. Se notaba mucho mi pedo? Me acuerdo que apareció tu abuela, no?
LaDiosa dice:
si a ambas preguntas. Igual ella no se dio cuenta del pedo, claro.
Orla dice:
ahora estoy en el momento en el que se dice "no voy a tomar nunca mas"
LaDiosa dice:
te acordás de las cosas?
Orla dice:
tengo flashes, me acuerdo que me decías que no te importa mi novia
LaDiosa dice:
eso solo te acordás la puta madre?! jaja
Orla dice:
me acuerdo de besosss, mmmmmm nada mas! De qué más me tengo que acordar?
LaDiosa dice:
de que me llamaste como 400 veces! y que lo único que decías era "vamos"
Orla dice:
es que no queria ir a tu casa! Me sentía incómodo, pero bue! Che yo no soy de contar las cosas, sino empiezan a joder, viste. Te aviso, además ahora mas incómodos en la facu
LaDiosa dice:
aparte sos un chico comprometido
Orla dice:
comprometido con la facu
LaDiosa dice:
con cualquier cosa menos la facu te veo comprometido a vos
Orla dice:
mala mina! bue me voy a ver si sigo teniendo novia o no
LaDiosa dice:
cómo sería eso?
Orla dice:
tenía que ir almorzar por el cumple de la tía hoy, y bueee obviamente seguí de largo! Ya venía todo medio mal, asique nose que onda...
Si había algo que necesitaba para confundirme más aún, era esta situación. Orlando viniendo a mi casa cual Romeo borracho a vaya saber uno qué. A su vez, no debía olvidarme que estaba de novio, y que el tema de que "las cosas están cada vez peor" como me había dicho, debía tomarlo con pinzas. Un hombre que hace este tipo de cosas estando de novio, definitivamente no es de fiar. Yo me había estudiado el papel de memoria: a partir de ahora yo seguría como si nada. De la misma manera que una mañana vino a la puerta de mi casa, va a volver el día que quiera hacerlo. Me repetía a mi misma que debía ir con cuidado, que no tenía que confundirme con alguien así.
Sin embargo el papel se esfumó en el preciso instante en el que yo estaba sentada en clase escuchando al profesor y la puerta se abrió. Lo vi entrar y me di cuenta en seguida...
...ya era demasiado tarde para no caer.
Intenté abstraerme del sonido de la pava silbando al café, pero eso me ponía mas nerviosa. Apoyada contra la mesada, sentía el cuerpo de la persona menos pensada. El sabor de lo inesperado, a veces es demasiado dulce como para asumirlo.
Cuando por fin nos separamos, sin decir nada pero con una sonrisa, giré en busca de la hornalla para apagarla. Agarré la pava y preparé el café.
- Tomá, llevá a la mesa de allá así nos sentamos. - le dije.
Medio tambaleante, volcó un poco de café en la bandeja. Eso me desmostró que aunque parecía estar bien, la graduación alcohólica en él era alta.
- De verdad no te diste cuenta? - me dijo mientras probábamos el café en silencio. Juro que nunca en mi vida prepraré un café tan asqueroso como ese día.
- ¿Qué no me dí cuenta de qué?
- De que me gustabas, y que vine a esto.
¿Era posible que esto me estuviera pasando? ¿O acaso ya me había acostado y no me había dado cuenta que todo era un sueño? Yo estaba demasiado acostumbrada a personas como Facundo que nunca jamás eran tan directos, y de golpe debía enfrentarme a algo que me tomaba por sorpresa.
- No, para nada...
- Diosa, vos sabés que yo tengo novia, no? - me dijo acercándose de nuevo a mi.
- Si, lo sé.
- ¿Y qué pensás?
- Yo no tengo nada para pensar. En todo caso, ese es un problema tuyo, no mio.
Pareció que esas eran exactas las palabras que él quería escuchar. Se estiró encima de la mesa y me volvió a besar. Con una parte de mi cerebro, pensaba en lo raro de la situación: siempre había visto a Orlando como mi héroe favorito, pero el hombre quizás menos alcanzable. Y con la otra parte, agudizaba el oído para asegurarme de que nadie bajara desde las habitaciones, ya que mi abuela suele levantarse muuuy temprano los domingos.
- Diosa - interrumpió de golpe. - ¿Yo te gusto?
Hice una risita y contesté. - ¿Y a vos que te parece?. - para luego, pararme de mi silla y avanzar hacia él. Me senté entre sus piernas y seguimos besándonos.
- Entonces vamos.
- ¿Eh? ¿A dónde? - pregunté inocente, sin entender.
- A otro lado, a desayunar no sé, pero salgamos de acá.
- No, ¿por qué?
- Porque si, no me siento cómodo estando acá. Mirá si viene tu vieja o algo y nos ven así! No da!
Entonces reaccioné.
- Mirá Orlando, si pretendés que nos vayamos para hacer otra cosa, estás muy equivocado...
- Diosa! - me interrumpió - No es lo que pensás, nada que ver. De verdad te digo que no estoy cómodo estando acá. Ponete en mi lugar.
Pero mas allá de que tenía razón, yo también sabía que acceder a salir de mi casa, me exponía a aceptar luego otras cosas que no estaba dispuesta a hacer.
- Entonces, si es como vos decís, quedate tranquilo que no va a bajar nadie todavía.
A pesar de mis palabras, Orlando seguía insistiendo en irnos a "Mac Donalds o cualquier otro lugar para desayunar". La verdad es que no le creí las buenas intenciones y no quería correr riesgos, pero no había nada que lo hiciera cambiar de idea. En seguida entendí su estrategia: me daba besos fogozos para que me enganchara, y cuando me tenía mas arriba que nunca frenaba para insistirme en irnos. De todos modos, él no me conocía: si en algo yo era experta, era en mantener mi temple.
- Dale, por favor Diosi! Un rato! Vamos con el auto y en seguida te traigo!
- No pierdas tiempo insistiendo en algo que no vas a conseguir - le repetía. Tanto fue su insistencia y mi resistencia, que el tiempo pasó y mi abuela se despertó como todos los domingos. Bajó al baño y tuve que presentarlos. Pero en cuanto cerró la puerta, Orlando siguió en búsqueda de cumplir la misión por la que había venido. Tratando de cortar de una vez la situación (mas allá de que no quería terminar sus besos), me paré y lo llevé al lado de la puerta, y de esa manera, salíamos de la visión de mi abuela.
- Dale, decile a tu abuela y vamos
- No Orla, terminala!! Andá a tu casa y otro día vemos!
- Bueno, como quieras. - dijo por fin. Me abrazó y me colgué de sus hombros a modo de despedida. Me levantó por los aires y me dijo: - Ahora te rapto y listo! - Pero perdió el equilibrio y terminamos cayéndonos al suelo. Entre risas, le pedí por última vez que se fuera. Abrí la puerta y lo despedí. El sol de la mañana me recordó que estaba despierta, que lo que acababa de suceder era cierto, y que el que me estaba despidiendo con un beso era Orlando.
Entré y les mandé un mensaje a las chicas contándoles todo. Obviamente a penas se despertaron me contestaron mas sorprendidas que yo, tanto, que Yanina me llamó para que le cuente los detalles.
A la noche, Orlando me habló por msn
Orla dice:
cómo me dejás manejar asi????
LaDiosa dice:
y buee, a dormir no te ibas a quedar!
Orla dice:
me levanté hace unos minutos. Se notaba mucho mi pedo? Me acuerdo que apareció tu abuela, no?
LaDiosa dice:
si a ambas preguntas. Igual ella no se dio cuenta del pedo, claro.
Orla dice:
ahora estoy en el momento en el que se dice "no voy a tomar nunca mas"
LaDiosa dice:
te acordás de las cosas?
Orla dice:
tengo flashes, me acuerdo que me decías que no te importa mi novia
LaDiosa dice:
eso solo te acordás la puta madre?! jaja
Orla dice:
me acuerdo de besosss, mmmmmm nada mas! De qué más me tengo que acordar?
LaDiosa dice:
de que me llamaste como 400 veces! y que lo único que decías era "vamos"
Orla dice:
es que no queria ir a tu casa! Me sentía incómodo, pero bue! Che yo no soy de contar las cosas, sino empiezan a joder, viste. Te aviso, además ahora mas incómodos en la facu
LaDiosa dice:
aparte sos un chico comprometido
Orla dice:
comprometido con la facu
LaDiosa dice:
con cualquier cosa menos la facu te veo comprometido a vos
Orla dice:
mala mina! bue me voy a ver si sigo teniendo novia o no
LaDiosa dice:
cómo sería eso?
Orla dice:
tenía que ir almorzar por el cumple de la tía hoy, y bueee obviamente seguí de largo! Ya venía todo medio mal, asique nose que onda...
Si había algo que necesitaba para confundirme más aún, era esta situación. Orlando viniendo a mi casa cual Romeo borracho a vaya saber uno qué. A su vez, no debía olvidarme que estaba de novio, y que el tema de que "las cosas están cada vez peor" como me había dicho, debía tomarlo con pinzas. Un hombre que hace este tipo de cosas estando de novio, definitivamente no es de fiar. Yo me había estudiado el papel de memoria: a partir de ahora yo seguría como si nada. De la misma manera que una mañana vino a la puerta de mi casa, va a volver el día que quiera hacerlo. Me repetía a mi misma que debía ir con cuidado, que no tenía que confundirme con alguien así.
Sin embargo el papel se esfumó en el preciso instante en el que yo estaba sentada en clase escuchando al profesor y la puerta se abrió. Lo vi entrar y me di cuenta en seguida...
...ya era demasiado tarde para no caer.
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